La naturaleza es irónica. Nuestra vida corre de forma circular, haciéndonos regresar al punto de partida. Cuando nacemos, somos dependientes del cuidado de nuestros padres (o hermanos, o la niñera, o de algún adulto) y en el transcurso de nuestra vida, cuando envejecemos, llegamos a ese mismo punto en el cual dependemos del cuidado de otra persona: nuestra pareja, nuestros hijos o de una enfermera; pero necesitamos que alguien nos cuide cual bebés. Ya sea que seamos bebés o que seamos ancianos, ese cuidado se basa en una sola cosa: amor.
Dirigida por Michael Haneke, la película francesa (coproducida con Austria y Alemania) «Amour» trata de la vida de una pareja de ancianos, Anne y Georges, exprofesores de música. Actualmente, en sus ochenta años, ambos viven solos en un departamento cuidando el uno del otro. Un buen día, George nota que Anne está desorientada y en pausa, luego reacciona sin acordarse de los minutos que estuvo fuera de sí. George la lleva al hospital y descubren que tiene una obstrucción en la arteria carótida y sufrió un ataque vascular. A partir de ahí, la situación de Anne va empeorando. Queda en silla de ruedas sin poder mover el lado derecho de su cuerpo. Eventualmente queda en cama, va perdiendo la noción, balbucea cosas incoherentes y no es capaz de valerse por sí misma. Su esposo, George, ahora debe cuidarla y atenderla. Su hija vive fuera del país con su familia, por lo que solo viene cada cierto tiempo a visitar. Ambos están solos. La película plantea el límite hasta el que alguien puede llegar viendo cómo una persona a quien amas se va deteriorando físicamente, lentamente, esperando la muerte; y el deterioro emocional y psicológico que sufre quien la cuida.
En la primera secuencia de la película, Haneke nos muestra una pareja perfecta. Se percibe una armonía entre ambos. Una pareja que vivió una vida plena, que se disfrutaron juntos y que todavía comparten momentos especiales. Van a conciertos de piano y comentan sus impresiones del concierto. George todavía tiene anécdotas para contarle a Anne sobre su vida y ella se sorprende de que no se lo haya contado antes. Él todavía le dice lo hermosa que se ve y ella todavía le dice lo amable que es él. Son una pareja feliz, basada en la devoción y el amor que siente el uno por el otro. Por eso es tal vez que el mensaje de la película penetra más en nosotros a medida que va avanzando.
Aún cuando Anne queda en silla de ruedas, uno percibe la ternura de la pareja. Se nota el modo en que adaptan la situación de forma positiva. Por ejemplo, George le consigue una silla de ruedas eléctrica para que Anne se puede movilizar sin ayuda de nadie y vemos una escena en que ella juega en un salón con la silla, haciendo giros como si estuviera manejando un auto y ambos ríen y se divierten con la situación. Sin embargo, llega un punto en donde la realidad la golpea y Anne se percata de que sus días están contados y lo afronta, cosa que a George no le sienta bien, porque no imagina su vida sin ella. Anne le dice una frase muy cierta:
La realidad y la imaginación tienen poco en común.
«Amour» muestra, por un lado, el comportamiento de una persona cuando llega a la vejez y se va deteriorando hasta el punto de no poder hacer nada por sí misma. Anne necesita a George para todo. Al principio ella trata de ser independiente, pero se da cuenta que no puede. En una escena se cae de la cama por querer levantarse sin ayuda y en otra escena se orina en la cama. En ese momento fue que se dio cuenta de su situación. Se siente inútil con el orgullo herido por la humillación de llegar hasta ese punto de dependencia. Ella, acostumbrada a atender a su esposo, ahora es la atendida.
Por otro lado, vemos el papel de los hijos. Su hija Eva hizo su vida. Viene de visita, llora, se preocupa, trata de buscar una solución que no sea la de su padre cuidándola. Pero hasta ahí. Cuando cuestiona los actos de su padre, el padre le pregunta «¿Te la vas a llevar a tu casa? ¿La vas a meter a un asilo?» Sencillamente, su hija no puede hacerse cargo, porque tiene su propia familia con quien cargar y aunque suene descabellado, ese es el proceder de muchas familias.
En tercera instancia está la situación de George. La desesperación, el dolor, la impotencia de no poder hacer nada, solo verla morir. Luchar contra la terquedad de una ya incoherente Anne, que se niega a comer y a tomar agua. En una escena, George, desesperado de que Anne tome agua, le da una bofetada, cuando ella al tomar un sorbo, se lo escupe de vuelta como lo haría un bebé. George inmediatamente le pide disculpas y se aflige, pero su reacción fue la de un hombre cansado y desesperado, que ruega porque esta tortura acabe pronto. Tanto así, que él es quien decide acabar con esa tortura y matar a su esposa; para librarla a ella del dolor, pero indiscutiblemente, para librarse él también.
Una referencia importante de la película es cuando muestra el papel de la juventud en esta situación. George llega al punto de contratar una enfermera tres veces a la semana para que lo asista con Anne, pero poco tiempo después la despide, comunicándole a la enfermera su incompetencia. La enfermera, quien había renunciado a su antiguo trabajo por trabajar en casa de George, se enoja e insulta a George diciéndole:
«Usted es un viejo maniático. Me da lástima.»
Y George le responde:
«Le deseo de todo corazón que algún día la traten como usted trata a sus pacientes y que no tenga ningún medio para defenderse».
La enfermera replica:
«Váyase a la mierda, viejo idiota».
Esta escena nos muestra no solo la falta de respeto de la juventud actual por la vejez, sino el pensamiento utópico de los jóvenes de creerse inmortales. De pensar que nunca llegarán a estar en ese estado, adoptando una postura prepotente y altanera frente a la tercera edad.
Protagonizada por Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, «Amour» es un relato lento, con escenas largas, muchas veces sin diálogo, realizadas con la intención de adentrar al espectador en la cotidianidad de esta pareja de ancianos y hacernos sentir a través de los planos la desesperación de ambos personajes. Por ejemplo, nos muestra una serie de planos fijos, en los cuales vemos los distintos rincones del apartamento de George y Anne en penumbras, sin que salga ningún personaje, transmitiendo ese sentimiento de soledad que deben tener ambos.
Sin duda, Haneke nos invita a mirarnos en ese espejo, cuando en su segunda escena la cámara está apuntando a un público acomodándose en sus asientos, a punto de ver el concierto de un pianista. George y Anne están entre el público, pero pasan desapercibidos, hay que buscarlos minuciosamente. Haneke refleja ese público de concierto con el público de un teatro de cine, reflejándonos a nosotros, con los personajes perdidos entre el público, como diciéndonos «Esta también puede ser tu historia».
«Amour» está nominada en cinco categorías de los Oscar 2013, entre las que se encuentra Michael Haneke como Mejor Director y Mejor Guion Original, Emmanuelle Riva como Mejor Actriz, y también ha sido nominada como Mejor Película Extranjera y Mejor Película del Año.
Trailer:
Escrito por: Enrique Kirchman