Desde siempre, los medios audiovisuales han servido como una herramienta (y hasta arma) poderosa para persuadir en temas sociales, culturales y políticos. Así utilizó Vladimir Lenin el cine durante la Revolución de Octubre, previo a ser dirigente de la Unión Soviética, para que su mensaje llegara a esa gran tasa de analfabetos que había en el país por aquella época de 1917. Adolfo Hitler tuvo una de las más exitosas campañas políticas, desde el diseño de la esvástica, hasta el cine de propaganda nazi que realizó la directora alemana Leni Riefenstahl con documentales como «Triumph des Willens» («El Triunfo De La Voluntad», 1935), que inclusive ganó un premio en el Festival de Cine de Venecia. El medio audiovisual también fue utilizado por Octavio Getino y Fernando ‘Pino’ Solanas en 1968 con la película documental «La Hora De Los Hornos», filme que realizó de forma clandestina durante la dictadura de Onganía, denunciando el neocolonialismo y la violencia en Argentina y el resto de América Latina. Todas estas personas utilizaron los medios, para bien o para mal, de forma exitosa. Uno de los más recientes en hacerlo fue el Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, que con una estética de cultura pop, y el apoyo de gran parte de la comunidad hollywoodense, supo atraer a las masas por dos periodos consecutivos. Inclusive el Presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, realizó de forma mucho más popular y vulgar una campaña que resultó efectiva para atraer a la masa votante del país.
En otras palabras, el uso del cine, la publicidad, la propaganda política, etc. ha servido históricamente para influir en la psiquis de las masas y la película chilena «No» del director Pablo Larraín («Post Mortem») nos transporta a una época de la historia chilena en que la publicidad tuvo un papel protagónico para acabar con la dictadura de Augusto Pinochet.
El 5 de octubre de 1988, en Chile, se realizó un referéndum que determinaba si Augusto Pinochet seguiría en el poder hasta 1997. Antes de la fecha de votación, se realizaron dos campañas: el gobierno promocionó una campaña por el Sí, la cual resaltaba la crisis ocurrida durante el gobierno de Unidad Popular (con Salvador Allende), además de mostrar un desconocido rostro amable de Pinochet, conocido por todos como un severo dictador. Por otro lado, remarcaba los avances del país durante su gobierno.
Campaña Por El Sí:
Mientras tanto, los partidos de oposición se organizaron para promocionar la campaña por el No, que a todas luces era mucho más atractiva por su jingle pegajoso, las historias que presentaba, sus aspectos positivistas, la participación de conocidos artistas nacionales e internacionales (la campaña del Sí también incluyó algunos artistas), un logotipo reconocible por tener el colorido de un arco iris simbolizando la unión de los partidos de oposición y su búsqueda por un futuro mejor.
Campaña Por El No:
«No» presenta, a través de personajes ficticios, lo que en realidad hizo un grupo de publicistas y comunicadores sociales y audiovisuales durante aquella década en la que el país buscaba iniciar una época de democracia. Al ver la película, durante su estreno en el Festival Internacional de Cine de Panamá, su estética me recordó muchísimo a «Argo» (película de 2012 dirigida por Ben Affleck). Ambas películas fueron ambientadas en la década de 1980 y, en ambas, sus directores eligieron utilizar material de archivo, adaptando la estética de la ficción a los códigos fílmicos y cinematográficos de ese material. La textura, la paleta de colores de la puesta en escena, inclusive el ratio de aspecto utilizado en las escenas ficticias conservaron cierta uniformidad con el constante material de archivo mostrado.
La película empezó un poco lenta, pero fue incrementando sus puntos de acción y suspenso con el pasar de las escenas, que a pesar de que quien conoce la historia sabe cómo termina, aún podía inquietar a los espectadores, dado que los personajes eran ficticios y se ignoraba lo que pudiera ocurrirles. Gael García Bernal («La Mala Educación») interpreta a René Saavedra, uno de los principales creativos de la campaña, que tuvo que afrontar disgustos de sus colegas, que no creyeron que los elementos que componían la campaña fueran a funcionar. Para muchos de ellos se estaba realizando una campaña muy alegre y amigable, en vez de atacar al gobierno, como el gobierno los estaba atacando. Sin embargo, Saavedra pudo convencerlos de seguir con su idea y lograr el triunfo al final. Lo interesante del filme es cómo muestra las consideraciones de los publicistas para proponer sus campañas. ¿Por qué la elección de ciertos colores? ¿Por qué la letra del jingle? ¿Cuál es la analogía de la canción con la realidad del país? Todas estas cosas hablan de un lenguaje subliminal que maneja el comunicador para implantarse en la mente de los espectadores y de la masa en general. Por ejemplo: cuando en la propaganda aparecen solo los pies de tres personas moviéndose de un lado a otro, sugiriendo negatividad. Aunque a simple vista no esté dando un mensaje específico, la campaña sugiere inconscientemente en quien la ve, los beneficios de votar por el no: libertad, elección, opinión, paz, alegría, diversión.
«No», una coproducción entre Chile, Francia y Estados Unidos, estuvo nominada al Oscar 2013 como Mejor Película Hablada en Idioma Extranjero, pero perdió ante el filme austriaco «Amour». Sin embargo, fue merecedora del premio C.I.C.A.E. en el Festival de Cine de Cannes, entre otros festivales.
Trailer:
Escrito Por: Enrique Kirchman