El 12 de junio de 2014 se inaugura el Mundial de Fútbol en Brasil, uno de los eventos deportivos más vistos y seguidos por todo el planeta. Durante ese mes de intensos partidos, los fanáticos de todos los rincones del mundo, así sea que su país haya ido o no al mundial, eligen a sus favoritos y renuncian al resto de sus actividades para poder seguir de cerca el marcador. Es cierto, desde tiempos remotos, el fútbol ha sabido conquistar la atención de todos en los cinco continentes, convirtiéndose en una verdadera pasión deportiva que trasciende el género masculino. Este deporte, en el que históricamente han sobresalido jugadores de estratos sociales humildes, guarda un lado oscuro, siniestro e inquietante, que se aleja de los momentos inspiradores y emocionantes que vivimos durante un partido, para mostrarnos una realidad que enfrentan miles de jóvenes africanos que persiguen el sueño de llegar a ser estrellas del fútbol.
España es el país con mayor mercado para el fútbol actualmente. Existen 340,000 niños y jóvenes entre los 9 y 17 años que tienen licencia para jugar fútbol, de los cuales solo un 4% —de acuerdo a lo que los mismos técnicos confirman—, llegará a jugar en un equipo de primera división. En otras palabras, solo 13,600 jugadores podrán ser distribuidos entre los equipos de primera división. Muchos de estos jóvenes, algunos nacidos en España y otros de países aledaños, cuentan con los medios económicos para dedicarse a entrenar con la esperanza de sobresalir; y en caso de que fracasen, tiene el apoyo familiar para encausar sus vidas hacia otras profesiones. Sin embargo, hay una gran parte de estos jóvenes que procede de lugares pobres y humildes de África (Costa de Marfil, Camerún, Senegal, Angola, etc), engañados por supuestos cazatalentos que vienen de Europa para ofrecerles cielo y tierra, dándoles falsas esperanzas de poder jugar para equipos como el Real Madrid o el Barcelona, pero que en realidad solo quieren hacer negocio con ellos. De estos miles de jóvenes (la mayoría menores de edad) que son llevados a España, Francia, Italia, Holanda o Bélgica con la excusa de que podrán ser seleccionados por equipos de primera división, el 98% aproximadamente no lo consigue, y quedan abandonados en dichos países, en las calles, sin visa, sin documentación, ilegales, lejos de sus familias y muchas veces incomunicados. Estos agentes futbolísticos enamoran a las familias de los prospectos, les piden una suma de dinero para pagar los gastos, y luego desaparecen, abandonando a los chicos a su suerte en países que no conocen y que ni siquiera hablan el idioma.
Esta situación es la que nos expone el director español Miguel Alcantud con la película «Diamantes Negros», que cuenta la historia de dos mejores amigos de 15 años, Amadou y Moussa, que viven en Costa De Marfil, y que luego de una practica de fútbol en su país, son abordados por un agente futbolístico que les ofrece la oportunidad de entrar a un equipo europeo en España. La película muestra el nivel de extrema pobreza en la que viven ambos chicos, pero su ingenuidad, su ignorancia, sus sueños de convertirse en un Didier Drogba, los imposibilitan a ellos y a sus familias a ver la potencial estafa a la que se están sometiendo. La madre de Amadou vendió a uno de sus hijos más pequeños a un comerciante, para poder conseguir los €2,000 que necesitaba para enviar a su hijo a España. Amadou nunca supo esto, pensó que su madre había conseguido un préstamo, sino nunca lo hubiera aceptado. Ambos son trasladados a España, son hospedados en un apartamento, y llevados a distintos entrenadores para competir por la entrada a un equipo que ni siquiera era de primera división. Ninguno de los dos chicos impresionó, hasta que aparece un segundo cazatalentos que le ofrece a Amadou llevárselo a Portugal, mientras que Moussa se queda en España, pero cuando su agente en España se da cuenta que Amadou se ha ido, bota a Moussa del apartamento y lo deja a su suerte. Mientras tanto, Amadou no tiene suerte en Portugal luego de ser lesionado en una pierna. Su agente lo llega al aeropuerto con la excusa de que viajarían a otro lugar para hacer más pruebas para otros equipos, pero en realidad lo abandona. El drama se acentúa cuando ambos amigos, en distintos países, enfrentan la misma decepción de ver sus sueños truncados por el engaño de unos pocos que se aprovecharon de su inocencia para robarle el poco dinero que sus familias con tanto esfuerzo recaudaron. Amadou tuvo que robarle a dos señoras en distintas ocasiones para poder conseguir el dinero necesario y comprar un tiquete de vuelta a Costa de Marfil. Mientras tanto, Moussa conoció a un vendedor de droga en la calle que lo involucró en el negocio hasta que fue atrapado por la policía española, hasta que su agente Pablo lo sacó de la cárcel y se lo llevó para ser un ‘fogueador’ de potenciales jugadores. Ninguno de los dos tuvo suerte.
«Diamantes Negros» narra una historia impactante, triste y apegada 100% a la realidad. Muestra las condiciones decadentes en las que viven millones de personas en África, al igual que sus prácticas primitivas, en las cuales las personas son vendidas como un accesorio, como en la época de esclavitud. El filme, además, muestra la gran mafia que se mueve detrás de tan popular deporte, en los cuales estos supuestos agentes falsifican documentación para hacer pasar a estos jóvenes como mayores de edad o nacionales; les sacan visas de estudiante para mentir que llegaron al país para estudiar y no para jugar fútbol, les cambian el nombre, todo para hacer negocio a costa de ellos. Actualmente se habla de que hay un aproximado de 25 mil jóvenes que han sido abandonados en distintos países de Europa, engañados por agentes futbolísticos.
De hecho, recientemente, la FIFA multó al FC Barcelona con $500,000 dólares, y les prohibió fichar jugadores por un año, por haber violado el artículo 19 que regula la participación de menores de edad, ya que se descubrió que tienen inscritos a 10 menores de edad, que además participaron en competencias entre 2009 y 2013. Dicha sanción también la recibió el Chelsea, hace años atrás. Esto solo por menores de edad, hasta ahora no se han realizado investigaciones que revelen qué equipos son responsables de la traída de jóvenes ilegales desde África a Europa, a pesar de que en 1999 la ONU presentó el caso, que evidentemente fue descartado e ignorado.
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Escrito Por: Enrique Kirchman