Finalmente, luego de seis temporadas, la serie de comedia musical «Glee» llegó a su último episodio titulado ‘Dreams Come True’, en el cual, como cualquier happy ending cliché, los miembros del popular coro New Directions del colegio de McKinley High en Ohio vieron sus sueños cumplidos con promesas de futuros éxitos. Un final, que a mi parecer, fue bastante pobre y vago, practicamente forzado (terminó en un episodio 13, cuando por lo general la temporada era de 22 episodios) y que no le hizo honor al impacto que tuvo en un inicio. Supongo que su creador Ryan Murphy quería terminar de una vez con la serie para dedicarse a sus otros proyectos más prometedores como «American Horror Story» y su nueva serie «American Crime Story», cuyo estreno será en algún momento de este año.

De por sí, toda la sexta temporada fue pésima, con líneas de acción incoherentes y confusas, que abrieron nuevas historias para después dejarlas en el aire sin explicación: como el supuesto amorío entre Rachel (Lea Michele) y Sam (Chord Overstreet) que nunca se supo qué pasó, ya que al final Rachel se casa con su examante del coro de Vocal Adrenaline: Jesse St. James (Jonathan Groff). Por otro lado, las canciones de la temporada fueron aburridas, y en específico, las de este episodio final, que debieron ser más alegres, divertidas y conocidas, fueron realmente malas. No hubo una curaduría previa de las canciones de final de la serie que al menos nos dieran nostalgia. Hubiese preferido que cantaran canciones viejas de las primeras tres temporadas que fueron las que valieron la pena, y no que experimentaran con canciones tristes que hicieron del final algo más empalagoso de lo normal.

En definitiva, un cierre patético con exageraciones como Mercedes siendo la telonera de Beyoncé y Rachel ganádose un premio Tony, que en realidad hubiese sido más apreciado un final realista y con algún tipo de mensaje menos tonto que ese de que «los sueños se pueden hacer realidad». Creo que la única exageración que valió la pena ver, porque nos hizo reír (de hecho, el único personaje que valió la pena de toda esta temporada) fue Sue Sylvester, ahora como vicepresidenta de Estados Unidos y Becky como miembro del Servicio Secreto.

Tal vez, uno de los pocos aciertos de este episodio fue haber traído a aquellos viejos personajes como Lauren Zizes, el bailarín Matt (el moreno), el exrasta Joe y al resto de los chicos que pertenecieron al coro en algún momento, como una última despedida que en realidad fue algo emotiva, antecedida por unas palabras de Sue que definieron el significado de la serie: la integración de las minorías, los discapacitados, los homosexuales, los negros, los judíos, etc.

Lo cierto es que a pesar de su declive desde la cuarta temporada, acrecentada por la inesperada muerte del protagonista Cory Monteith (Finn Hudson), «Glee» fue todo un fenómeno al que nadie apostó al inicio, pero su combinación de musical con temas que aquejan actualmente en las escuelas, hizo un boom difícil de obviar en los adolescentes que encontraron una respuesta, tal vez, a muchas de sus incógnitas con respecto a la vida escolar, la adolescencia, el sexo, entre otros temas. Orgullosamente, la serie se lleva un SAG, cuatro Golden Globes y seis Emmys que lo dejan en la historia de la televisión como un éxito difícil de superar en su género. Definitivamente, lo extrañaremos.

Escrito Por: Enrique Kirchman