Cuando un doctor español, llamado Javier, viaja a Cali, Colombia y conoce los ritmos caribeños de la salsa y el merengue a través de la bailarina caleña Angie, no encuentra cómo concentrarse de vuelta en su trabajo y lo único que piensa es en aprender a bailar y conquistar tanto al género musical como a la bailarina. Esta es, a groso modo, la premisa de la película colombo-española «Ciudad Delirio», dirigida por la directora y escritora granadina María Jesús ‘Chus’ Gutiérrez («El Calentito»), y protagonizada por la actriz colombiana Carolina Ramírez («El Capo») y el actor español Julián Villagrán («Grupo 7»), además de la participación de otros conocidos talentos colombianos como Margarita Ortega («Las Aguas Mansas») y Jorge Herrera («Yo Soy Betty, La Fea»).
Aunque la película tiene como principal línea de acción el romance entre Javier y Angie, unidos por las ganas de aprender a bailar de él y la determinación de ganar en la competencia de baile Delirio de ella, su trasfondo, a través de varias líneas de relación o subtramas, explora distintos aspectos de crítica social. Por ejemplo, desde el inicio de la historia se hace referencia a las condiciones precarias de los hospitales públicos, cuando Javier tuvo que atender de urgencia a un hombre que sufría de un paro cardíaco en la sala de espera de un hospital, en la que no había ningún doctor, solo él que estaba de visita. Aunque tal vez hace una afirmación exagerada, la película no solo se refiere a la incompetencia de los que atienden en el hospital, que no pueden determinar la urgencia de cada paciente que está en su sala de espera (algo que pasa en los hospitales públicos de todos los países, al menos del tercer mundo), sino también de la falta de medicamentos y herramientas de trabajo que requieren los doctores y especialistas para dar una atención óptima a sus pacientes. El filme también habla de segundas oportunidades y de lo que la desesperación nos puede llevar a hacer, cuando muestran a uno de los chicos de la academia que por problemas económicos, decide robar para poder pagar las clases y seguir con su sueño de ser bailarín, pero cuando el padre de Angie lo descubre en el acto, el chico por vergüenza decide no regresar a las clases. Sin embargo, al ver que el padre de Angie no lo denunció y no le contó a nadie lo que hizo, además de que ella lo fue a buscar para ofrecerle regresar, el chico decide aprovechar esa oportunidad y vuelve a la academia para la competencia, dejando la perdición de las calles, para perseguir su sueño.
Por otro lado, la directora también apela a la dignidad de la mujer en la forma en que caracteriza a Angie, una chica que se está separando de su marido, con quien tiene una hija, por una evidente infidelidad de él, pero ella se mantiene firme en su decisión a pesar de su insistencia por querer reconquistarla. Al final de la película, incluso, vemos que Angie toma una decisión importante respecto a la competencia en Delirio, como una metáfora también de su decisión de vida. Durante toda la historia vemos que su exmarido se mete en sus asuntos personales, boicoteando su relación con Javier, y ella en cierta forma, aunque lo rechaza, no termina de sacarlo de su vida por compasión y por el bien de su hija. Ambos deciden competir en Delirio en la categoría de pareja, y según la opinión de todos, es casi seguro que ganen por su experiencia y talento, pero Angie también quiere participar en la categoría grupal con su clase de baile de la academia, aunque muchos opinan que no lo lograrán. Pero cuando el jurado le dice a Angie que no puede participar en ambas categorías, ella debe decidir si compite con su exmarido como pareja o con su clase de baile como grupo. Finalmente elige a su clase y ganan, y al tomar esta decisión, se entiende que finalmente ella se despoja de ese arrastre del pasado seguro, esa zona de confort, con un marido infiel y pareja de baile exitosa, y decide arriesgarse no solo en el baile, sino también en el amor, al empezar de cero otra relación (con Javier).
«Ciudad Delirio» nos invita al baile, a la fiesta, y creo que cualquier latinoamericano (especialmente caribeño) que la vea saldrá con ganas de ir a Cali a rumbear. Estamos acostumbrados a ver películas hollywoodenses de competencias de baile como «Step Up» o el clásico «Dirty Dancing», pero poco hemos visto una historia con ritmos caribeños que nos identifiquen, y esta película lo hace cuando escuchamos los temas que integran su banda sonora, interpretados por reconocidos artistas como Héctor Lavoe, Willie Colón y el Grupo Niche, entre muchos otros, que seguro le harán mover los pies en el asiento mientras miran la película.
El filme es sencillo, de estructura clásica, y sin mayores complicaciones dramáticas, pero con una historia fresca y alegre, que nos mantiene al pendiente. Cabe destacar la actuación de Carolina Ramírez, quien ofrece un personaje naturalmente interpretado, con reacciones auténticas, y con el evidente sabor caleño de la rumba que nos atrae. Como diría la canción de Niche: «Cali es Cali, señoras, señores… ¡Lo demás es loma!«
Trailer:
Escrito Por: Enrique Kirchman