Cuando en 2013 se estrenó «House Of Cards», sin duda se rompieron ciertos parámetros en lo que a series de televisión se refiere. Por un lado, se estaba lanzando una serie por un medio «no televisivo» —Netflix— que causó revuelo por fomentar la creación de productos audiovisuales viables a través de nuevos medios digitales, en este caso, el streaming multimedia. Por otro lado, la serie contaba con el respaldo actoral de grandes eminencias del cine como Kevin Spacey («Se7en») y Robin Wright («Adore») en los papeles protagónicos, un traspaso muy inusual del cine a la tv, y posteriormente se unen a dirigir otros grandes como David Fincher («The Social Network») y Joel Schumacher («Batman & Robin»), a cargo de dos episodios cada uno en 2013; Jodie Foster («The Beaver»), quien dirigió uno en 2014 e incluso Robin Wright dirigió tres episodios entre 2014 y 2015. Pero lo que más ha dado de qué hablar ha sido la trama tan cruda que nos expone «House Of Cards» a través de sus personajes Frank y Claire Underwood, en su determinación por escalar posiciones en Washington, a toda costa, y sin importar quien salga perjudicado en el camino.
Lo cierto es que al igual que la serie «The Newsroom», de Aaron Sorkin, nos esbozó una idea de la corrupción, manipulación y principales intereses económicos de los medios de comunicación, «House Of Cards» nos sirve como el carrito de una montaña rusa a través del cual hacemos un recorrido que nos permite conocer los altibajos, las curvas más peligrosas y el vértigo que se puede llegar a experimentar dentro del mundo de la política, independientemente de que sea en Washington, en algún país de Europa o en Centroamérica, porque sea el tipo de gobierno que sea —democracia, monarquía, dictadura, etc.— la política sigue los mismos patrones; lo que cambia es el interés de cada quien. Por lo tanto, he aquí algunas cosas que podemos concluir hasta ahora respecto a la política, según la serie.
1. La POLÍTICA va de la mano con la manipulación de los MEDIOS DE COMUNICACIÓN.
No es casual que la serie, además de tener como protagonista a un congresista/vicepresidente/presidente (Frank) y su esposa (Claire), también dedica una de sus principales subtramas a un personaje representativo de los medios de comunicación. En su primera temporada, ese personaje era Zoe Barnes, interpretada por Kate Mara («Fantastic Four»), quien por tratar de sobresalir en su carrera periodística, se alió con Frank Underwood para que este le proveyera de los datos políticos con los cuales ella podía armar una historia y revelar diversos escándalos. Pero, ¿qué aprendimos de esta relación Zoe/Frank? La analogía es clara. Lo que empezó como una relación clandestina pero meramente profesional, pasó a ser una relación entre dos amantes; en otras palabras, metafóricamente la política se lleva a la cama a los medios de comunicación. Lo que surgió de dicha relación es la cruda realidad: los medios de comunicación solo publican lo que los agentes de poder de la sociedad (políticos) les permiten publicar como noticia. Esto fue tal cual lo que sucedió entre Zoe y Frank, porque todo dependía de aquello que le sirviera a él como congresista para manipular los intereses de la Casa Blanca. Y cuando ella quería saber más o investigar sobre otro rumor, él la despistaba y la guiaba hacia otra cosa, que seguro perjudicaría a otra persona que le permitiría a él cumplir su cometido. ¿En qué terminó esta relación? Bueno, cuando Zoe intentó morder la mano que le daba de comer, y quiso investigar sobre los actos de corrupción y posible asesinato perpetuado por Frank, este terminó lanzándola a los rieles del tren, donde ella perdió la vida.
Cuando Zoe desaparece en el primer episodio de la segunda temporada, Frank se asegura de desacreditar a todos los que con ella estuvieran investigando sobre él. Así logra intimidar a Janine (interpretada por Constance Zimmer) e involucrar a Lucas (interpretado por Sebastian Arcelus) en un crimen de espionaje, que lo hizo terminar en la cárcel. Posteriormente, vemos cómo Frank, Claire y su jefe de prensa filtran información a los medios sobre Peter Russo, Gillian, e incluso del Presidente y la Primera Dama, para poder escalar hasta la presidencia. El juego lo hacen también los otros personajes, como el antagonista Raymund Tusk, un multimillonario que desea proteger sus intereses, y filtra información sobre los amoríos de Claire Underwood con un fotógrafo. En resumidas cuentas, durante toda la serie vemos cómo los noticieros y periódicos hacen publicaciones basadas en tips provenientes de la misma gente que mantiene una lucha de poder, mas no hay un trabajo investigativo que vaya más allá de los intereses de uno u otro político. Los medios de comunicación son una herramienta (sino arma) más de la política para cumplir sus despiadadas y sucias metas, y a aquellos no les importa ser los títeres, siempre que le den la primicia y generen dinero. ¡Triste realidad!
2. Los ESPECTADORES como agentes pasivos de la SOCIEDAD.
Uno de los distintivos de la serie es que, como si se tratara de «The Purple Rose Of Cairo» de Woody Allen, el protagonista le habla a la cámara, se dirige a los espectadores a quienes toma como cómplices de sus más oscuros, inescrupulosos y maquiavélicos pensamientos. Esta facultad solo la tiene Frank; ningún otro personaje. No nos habla el presidente, ni la periodista, ni siquiera Claire; solo nos habla la mente siniestra: Frank. ¿Qué nos dice esta complicidad entre espectador y protagonista? Hay que ser un político igual que Frank para llegar a empatizar con él y querer que todo le salga como él quiere, porque si eres un mortal ajeno al mundo político —en cierta medida, porque en mi opinión, todos ejercemos la política de una u otra forma— creo que todos odiamos a Frank. ¿Quién no reaccionó aterrado cuando empujó a Zoe a los rieles del tren? ¿Quién no lo maldijo por utilizar a Peter Russo para sus propósitos políticos, desgraciarle la vida y luego asesinarlo? Y a su esposa también la odiamos… Cuando filtró información a los medios de comunicación sobre el embarazo de Gillian para obligarla a comprometer sus principios a beneficio de sus proyectos en la fundación. O cuando amenazó con arruinarle la vida al fotógrafo Adam Galloway, a quien le había profesado gran amor, para que negara a los medios el romance que habían tenido. Ambos son perversos, y Frank nos cuenta esa perversidad, y nosotros, como espectadores pasivos, no podemos hacer absolutamente nada. Solo lo escuchamos, lo vemos cometer sus injusticias, pero seguimos ahí, queriendo ver lo próximo que hará, aunque lo odiemos. Esa analogía se puede trasladar a la sociedad actual, en la cual los ciudadanos votamos por nuestro líderes, los vemos cometer injusticias, crímenes de corrupción, y robarle al más pobre, pero no nos pronunciamos en su contra. Seguimos como espectadores de las peores fechorías y descaros de nuestros líderes, lo discutimos en una reunión social como tema de conversación ameno, pero no actuamos en contra de ello. Y lo que es peor que ser espectador pasivo, es que en las próximas elecciones volvemos a elegirlos. De ahí que esa complicidad con el espectador, puede asociarse con la pasividad del ciudadano actual, que se deja agredir políticamente sin tomar cartas en el asunto.
3. Los PROTAGONISTAS representan la naturaleza sincera del SER HUMANO.
Ya hemos establecido que Frank y Claire son unos auténticos hijos de «mujer del mal vivir«. Se basan en la reproducción de mentiras, engaños, traiciones y manipulaciones para que todo salga tal cual como quieren, siempre favoreciéndose ellos, aunque parezca que ayudan a alguien más. Lo cierto es que su metodología representa tal cual la naturaleza del ser humano: somos egoístas, egocéntricos e individualistas por excelencia. Esta pareja no se deja amedrentar y no titubea para exigir lo que tienen en mente. Ese es tal vez el pensamiento de muchos de nosotros en determinado momento, pero algunos por cobardía, otros por inseguridad y otros por falta de empuje, no llegan tan lejos, pero desearían tener las agallas para hacerlo.
La serie nos deja un verdad… Cuando somos sinceros con nosotros mismos y con nuestros principios y convicciones, podemos llegar a tener las relaciones más honestas y, hasta cierto punto, sanas. Esto es lo que proyectan Claire y Frank. Se juraron lealtad. Se han comprometido el uno con el otro, pero ambos conocen los límites, las ambiciones, las debilidades y las fortalezas del otro, por lo que conocen de qué son capaces y no les importa pasar por encima del otro para conseguir lo que quieren. Y ellos se entienden cuando sucede, porque saben que en su universo de ambiciones y decepciones, no hay obstáculo que valga. Su matrimonio es abierto. Algunos conservadores lo verían como una aberración, una pareja desquiciada con fetiches y gustos excéntricos, pero en realidad se percibe el amor de uno por el otro, a pesar de que Claire se pierde por días con su amante, el fotógrafo Galloway, o que Frank pasó la noche borracho con un compañero que resultó ser un antiguo amor de adolescentes. Hay una visión más contemporánea de su relación. Una pareja que decide no tener hijos, porque honestamente no tienen el tiempo, la paciencia ni la dedicación. ¡No es lo suyo! No lo hacen solo porque es lo «políticamente correcto» ni porque la sociedad lo exige. Aunque Claire parece que siempre ha tenido dudas, pero respeta la decisión de su pareja, porque su herencia no se basa en pasar un apellido a otra generación, sino de dejar su nombre perenne en la historia por sus logros. Comparten las idas a trotar, comparten las noches estresantes con un cigarrillo… Por Dios, incluso hasta compartieron a Meechum, el guardaespalda (interpretado por Nathan Darrow), en un trío sexual… Esta pareja sabe lo que quiere, cuándo, cómo y dónde lo quiere. Muchos podrán juzgarlos, pero la mayor parte de los espectadores, estoy seguro que envidian su relación sincera, de que ninguno trata de tapar el sol con un dedo, precisamente porque entienden su naturaleza, la aceptan y la usan a su favor.
4. ¿Quiénes son peores? ¿Los DEMÓCRATAS o los REPUBLICANOS?
En una entrevista con la revista Gotham, el actor Kevin Spacey reveló lo que el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, le comentó una vez sobre la serie.
«Kevin, el 99% de lo que haces en ese programa es real. El 1% en el que se equivocan es que nunca hubieran podido aprobar un proyecto de ley educativo tan rápido.
Clinton, al igual que el actual presidente Barack Obama, y que el ficticio presidente Garret Walker (interpretado por Michael Gill) en «House Of Cards», es miembro del partido demócrata. Y la serie parece ser una alta crítica a este partido, llevándolo al punto, inclusive, de ridiculizarlo. Antes de Obama, Estados Unidos vino de dos períodos presidenciales consecutivos de George W. Bush, a quien se criticó muchísimo por los dudosos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 y sus consecuencias que derivaron en una supuesta lucha contra el terrorismo en Iraq y Afganistán. Tanto Bush hijo, como Bush padre, que fue presidente a finales de los 80s, y quien también fue criticado por la invasión a Panamá, la intervención en otros territorios latinoamericanso y la guerra del Golfo Pérsico, estigmatizaron el partido republicano, causando cierta aberración en los votantes. Sin embargo, en la serie vemos que pintan a los demócratas también como un partido que no es ajeno a la corrupción, con una agenda detrás de cada decisión tomada, y a su presidente (Garret Walker) como un títere. Estas mismas presunciones se hicieron de Bill Clinton en su momento —todos sabemos el escándalo del que fue protagonista con Monica Lewinsky—, y también se han hecho de Barack Obama por estar al frente durante una gran crisis que azotó al país en 2008 (con secuelas hasta nuestros días) y por su apoyo a las leyes de control de información digital, que han causado tanto revuelo, ya que saltó a la luz pública lo expuestos que están todos los que tengan redes sociales, aplicaciones y correos electrónico (o sea, todo el mundo), entre otras muchas críticas de las que ha sido objeto. En otras palabras, «House Of Cards» se refiere solo a los demócratas en la trama, poco se habla o se critica a los republicanos, tal vez porque ya tenemos una versión negativa de ese partido que no hace falta recalcar. Pero a los demócratas siempre se les ha visto un poco más «lights«, por no ser precisamente presidentes de guerras (Clinton siempre fue criticado, por ni siquiera prestar el servicio militar, y Barack Obama, incluso ganó el premio Nobel de la Paz… Say no more!), pero se les exponen en la serie como débiles, fáciles de manipular y con cero autoridad. Ahora Frank es presidente, en representación de los demócratas, así que tal vez le pueda dar un par de lecciones a Obama por lo que le queda de gobierno y a Hillary Clinton, quien parece ostentar una candidatura en el próximo período. Sea como sea, el que quiera triunfar, debería ver «House Of Cards».
Escrito Por: Enrique Kirchman