
Photo Credit: Jasin Boland © 2015 WV FILMS IV LLC AND RATPAC-DUNE ENTERTAINMENT LLC – U.S., CANADA, BAHAMAS & BERMUDA © 2015 VILLAGE ROADSHOW FILMS (BVI) LIMITED – ALL OTHER TERRITORIES
Mad Max es el personaje con el que Mel Gibson se catapultó a la fama en 1979. Este personaje rebelde fue para Gibson, lo que Han Solo fue para Harrison Ford en «Star Wars» (1977) o posteriormente lo que significó Indiana Jones —también para Ford— en «Raiders Of The Lost Ark» (1981), películas cuyo éxito las hizo convertirse en reconocidas sagas. Así mismo Gibson protagonizó «Mad Max» en 1979, «Mad Max 2» en 1981 y «Mad Max Beyond Thunderdome» en 1985 (con Tina Turner), bajo el género de acción, con una estética apocalíptica que se ha vuelto a retomar este año en «Mad Max: Fury Road», esta vez protagonizada por el talentoso Tom Hardy («The Dark Knight Rises»), con las actuaciones adicionales de Charlize Theron («Prometheus»), Nicholas Hoult («X-Men: Days Of Future Past») y Zoë Kravitz («Divegent»).
Aunque fui a verla sin grandes expectativas, a pesar de que Hardy, Theron, Hoult y Kravitz me parecen excelentes actores, debo decir que salí más que satisfecho de ver que no solo le hicieron honor a la trilogía original, sino que nos permiten aislarla de aquellas tres primeras películas, sin escarbar minuciosamente en comparaciones. De por sí, Hardy realmente logra adoptar una versión joven de Gibson, casi que dándonos a entender de que la temporalidad diegética entre la película de 1985 y esta (30 años después) no ha sido una elipsis narrativa tan grande.
«Mad Max: Fury Road» no pretende ser un remake, sino una secuela en la que Max se embarca accidentalmente en otra aventura heroica, esta vez ayudando a la intrépida Emperatriz Furiosa (Theron) a transportar a un grupo de mujeres que eran conocidas como las esposas prisioneras del líder opresor Immortan Joe, interpretado por el actor Hugh Keays-Byrne, quien de hecho apareció en la película de 1979 como el personaje Toecutter, líder de una banda de motociclistas conocida como The Acolytes; aunque aparentemente Toecutter no es la misma persona que Immortan Joe. Sabemos que es una secuela, porque Max pierde su icónico automóvil desde el inicio y viaja toda la película en el camión/tanque de guerra de Furiosa; incluso su auto es destruido en una escena cerca del final. Además de que la película es dirigida por George Miller (ganador del Oscar como Mejor Película Animada con «Happy Feet»), el mismo director de las tres anteriores, por lo que se entiende que le ha querido dar continuidad y no empezar de cero la historia.
Esta nueva película funciona como una especie de «road movie» bastante bizarra, con matices del género grotesco por sus personajes deformes, mutilados y extraños, casi que sacados de un freak show circense. Mantiene la estética apocalíptica y caótica, con imparables escenas de acción que nos inyectan adrenalina de principio a fin, y un despliegue coreográfico de batallas cuerpo a cuerpo y vehiculares que definitivamente deslumbran por su precisión. Reitero, es como ver al Cirque Du Soleil fuera de control, con grandes explosiones y rostros desfigurados en un ambiente desértico. Prácticamente no hay descanso entre un pico de acción y otro, sin siquiera la oportunidad de levantarse para ir al baño. Los niveles de acción son constantes, emocionantes y tratados, desde la fotografía y el montaje, de forma magistralmente artística, especialmente en lo que a la iluminación y efectos visuales se refiere.
Aunque mis apuestas estaban todas sobre la actuación de Hardy, la característica un poco reservada y acallada de su personaje Mad Max no le permite sobresalir; mientras que Theron se llevan todos los aplausos con sus escena de mujer temerosa y Nicholas Hoult se gana la empatía del espectador con su insana personalidad y posterior actitud de héroe.
«Mad Max: Fury Road» sirve de analogía bizarra para un futuro no tan descabellado, en el que los principales productos naturales, como lo son el agua y el petróleo, son hoy día los más codiciados por poderosos líderes, empresas y/o gobiernos, desembocando en guerras y el principal medio para mantener controladas las masas. Aunque esta película va al extremo de un futuro caótico, nos permite también reflexionar: ¿Qué pasaría si se acaba el agua? ¿Cómo reaccionaría la población mundial si un solo hombre controlara su distribución? Creo que surgirían muchos más Mad Max, y los caminos de furia serían interminables. Les recomiendo esta película 100%.
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Escrito Por: Enrique Kirchman
En serio, quedé impresionada. Mad Max: Fury Road es una lección de cine, y la misma realiza un juego de regeneración dentro del propio arte que funciona a diferentes niveles. El elenco espectacular, no sé, pero las películas de Charlize Theron para mí se están convirtiendo en sinónimo de éxito, en fin. Retomando la película, debo decir que Mad Max no sólo recupera a uno de los mitos cinematográficos por excelencia de los ochenta, lo ajusta a las nuevas formas, y tiempos cambiantes, para abofetear sin compasión a la ameba que es hoy día el espectador. Por otro lado, la sangrienta ironía final, la de recuperar la esperanza a partir del orden reestablecido, acabando con la tiranía más cruel, aquí representada en el simple H2O, es toda una declaración de intenciones por parte de un cineasta que conoce perfectamente el lenguaje del cine, un arte destinada, como las demás, a ser la herencia del ser humano, a hablar de él.
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