Luego de tan solo seis episodios, que parecen haber sido un «testeo» de parte de AMC para comprobar los ratings de audiencia (bastante exitosos, por cierto), llega a su fin la primera temporada de la serie spin-off «Fear The Walking Dead», que cuenta con las actuaciones de Cliff Curtis («Colombiana»), Kim Dickens («Gone Girl»), Rubén Blades («Once Upon A Time In Mexico»), Frank Dillane («Sense8»), Lorenzo James Henrie («7th Heaven»), Mercedes Mason («NCIS: Los Angeles») y Alycia Debnam-Carey («Into The Storm»). La serie, que sirve como precuela de «The Walking Dead», mostrando lo que sucedió en Los Ángeles cuando recién se descubrió el extraño virus de los muertos vivientes, definitivamente que ha hecho honor a la franquicia, entregándonos seis episodios muy cargados de extremos momentos dramáticos, entre los que destacan los dos últimos, titulados ‘Cobalt’ y ‘The Good Man’.
En primer lugar, uno de los aspectos que me atrae de esta serie es que, a diferencia de «The Walking Dead», esta inicia poco tiempo antes del caos o de que se descubra masivamente la enfermedad que amenaza a la población, por lo que podemos ver cómo se van desvirtuando las relaciones humanas, el comportamiento social dentro de una situación de emergencia y, principalmente, cómo surge el instinto natural de supervivencia por sobre todo lo demás. Por ejemplo, en el segundo episodio cuando Alicia se percata de que el esposo de la vecina la está atacando afuera en el patio, e intenta salir a ayudarla, Madison (su madre) inmediatamente le impide salir, diciéndole que no puede hacer nada.
A pesar de ser una serie fantasiosa sobre zombies, se puede fácilmente tomar como metáfora o analogía del comportamiento del hombre en situaciones de riesgo o emergencia. El caos que la serie muestra en la ciudad de Los Ángeles puede compararse con la situación que vive Siria actualmente, o lo que está atravesando Venezuela, para no irnos tan lejos. En una u otra medida, las complicaciones y las barreras que se le presentan a los personajes principales, tales como los enfrentamientos con los militares, la hambruna, los saqueos, la falta de atención médica, la inseguridad en las calles, las medidas desesperadas, entre otras cosas, las atraviesa un país en guerra, que no pelea contra zombies, sino contra otros seres humanos. Tal vez es por esto que aunque los zombies de «Fear The Walking Dead», al igual que en «The Walking Dead», son el detonante de la historia, no son necesariamente los antagonistas; los principales antagonistas de ambas series son los mismos seres humanos, que a causa del temor y la desesperación, dejan relucir su lado más natural: la maldad. Además de que los zombies representan esa decadencia de la humanidad que busca más sangre y más muerte.
En una escena del cuarto episodio, Daniel Salazar conversa con Madison acerca de sus dudas sobre la ayuda militar a los ciudadanos del sector de Los Ángeles donde estaban «refugiados», y luego de comparar la situación actual con una vivencia de guerra que tuvo con su familia cuando vivía en El Salvador, dice:
«Mi padre me dijo que los hombres hacen estas cosas, no por maldad. Hacen el mal, porque tienen miedo. En ese momento me di cuenta que mi padre era un tonto por creer que había una diferencia.
Daniel Salazar, interpretado por el actor panameño Rubén Blades, es tal vez uno de los personajes claves de la serie, porque es quien representa el pensamiento más frío y maquiavélico, tal vez el más natural, ese instinto de proteger a los suyos y sobrevivir. Pero también, en su personaje recae una realidad latinoamericana, la de un ciudadano salvadoreño que ha vivido guerras, que ha atravesado situaciones similares, no solo como víctima, sino también como victimario. Daniel es un símbolo de aquella historia latinoamericana placada de regímenes corruptos y dictatoriales, cuyos ciudadanos se vieron enfrentados muchas veces al horror de las guerras, la inseguridad y el caos en general. Su personaje no es malo, pero todo indica que si hiciéramos un flashback de Daniel, a los tiempos en El Salvador, nos encontraríamos con un asesino despiadado, que cometió los actos de guerra más atroces «por miedo».
«Ella tenía nueve años cuando me preguntó por primera vez por la guerra y por qué habíamos venido a Estados Unidos. Y le conté, detalladamente, sobre la violencia, lo que se había hecho, cómo habíamos sufrido… Le dije todo, excepto cuál hombre era yo. ¿Tú crees que ella entenderá que en ese entonces era necesario para poder sobrevivir y que ahora también es necesario?
Esta fue la confesión de Daniel a Madison, luego de que su hija Ofelia saliera de la casa aterrorizada al descubrirlo torturando al soldado Andrew —a quien ella había seducido para que la ayudara con medicinas para su madre— para poder obtener de él información sobre el paradero de su esposa. Esta escena del quinto episodio forma parte de una secuencia de tortura que nos saca del drama zombie para colocarnos en un drama bélico, profundo y crudo, que deja ver los sentimientos más oscuros y siniestros del ser humano. Esa maldad y desesperación se acrecienta en el episodio final, cuando Daniel idea un plan de liberar a unos 2000 zombies atrapados en un estadio, guiándolos hasta la base donde se encontraban los militares, a punto de abandonar a su suerte a los refugiados, para usarlos como distracción mientras rescataban a su esposa (que ya había muerto) y a Nick, el hijo de Madison.
Otra de las escenas claves de esta temporada es cuando al volver a los estacionamientos para escapar de la horda de zombies que habían liberado, el soldado Andrew llega para vengarse de Daniel por haberlo torturado, pero en lugar de dispararle a él, le dispara a Ofelia, provocando que Travis le salte encima y lo golpee hasta desfigurarle el rostro. En otras palabras, a lo largo de estos seis episodios vemos cómo el arco de transformación de personajes como Madison, Travis e incluso Nick va tornándose más despiadado, tal vez dándole la razón a Daniel de que esa actitud es «necesaria para sobrevivir».
«Fear The Walking Dead» logra engancharnos, combina su drama familiar con lo social, explora la psiquis humana, profundiza en sus personajes, aunque hasta ahora el que mejor me parece caracterizado es el de Rubén Blades, quien sin duda creo que podría estar nominado en los próximos Golden Globes y Emmy, tan solo por su increíble escena en el quinto episodio. Otra actriz que merece reconocimiento es Kim Dickens como Madison Clark, quien en su papel de madre, tratando de sacar adelante un nuevo matrimonio, con un hijo drogadicto al que tiene que vigilar constantemente, nos ha entregado una excelente interpretación, con algunos momentos dramáticos destacados. Y en esa misma línea, aunque al principio no le tenía mucha fe, creo que también es digna de resaltar la participación de Frank Dillane, como Nick Clark, el hijo drogadicto de Madison.
La serie ha sido aprobada para una segunda temporada que iniciará en 2016, con un total de 15 nuevos episodios.
Escrito Por: Enrique Kirchman
Me falta por ver el último capítulo y hasta ahora me gusta la serie. Tus comentarios excelentes….eres un escritor de calidad, te auguro mucho éxito Enrique.
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Gracias!!!
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