***Advertencia: Datos Importantes De La Película Son Revelados***
Finalmente llegamos al desenlace de la dramática y sufrida historia de Katniss Everdeen (interpretada por Jennifer Lawrence) con la cuarta y última película de la saga, «The Hunger Games: Mockingjay – Part 2» (o «Los Juegos Del Hambre: Sinsajo – Parte 2», que si me preguntan, fue una traducción poco atractiva), y debo decir que aunque estuvo mucho mejor que la anterior, de todas formas presentó algunas fallas en la estructura del guion, específicamente respecto al ritmo de la trama, que de momentos estaba llena de acción, para de repente caer en un letargo de escenas aburridas que no hacían más que remarcar la misma situación una y otra vez (el dilema de que Peeta fuera o no a perder el control y asesinara a Katniss).
Pero antes de adentrarnos en los problemas narrativos, debo reconocer que la saga completa de «The Hunger Games», especialmente con esta última parte, es un ejemplo extremo, aunque no del todo descabellado, de la sociedad y los gobiernos actuales, y creo que eso, más allá de las escenas de acción y la cursilería romántica, es lo que más atrae y salva a esta franquicia. No cae 100% en una banalidad como «Twilight» (aún no supero lo mala que fue esa saga de vampiros), sino que toca aspectos sociales importantes y los redirecciona en una película que es consumida por jóvenes, para que estos puedan asociarlo con el mundo en que viven, y este aporte es importante.
Sí, muchos dirán que es muy difícil creer que «The Hunger Games» tenga un mensaje, pero no se trata de extraer una moraleja, sino de entender la analogía, de las cuales se pueden destacar tres cosas importantes:
- El uso de los medios de comunicación (radio, televisión, diarios, cine, internet) para controlar y distraer a las masas: en la ficción el presidente Snow hacía de una macabra ejecución arbitraria un reality show de gran entretenimiento que mantenía a todos a la expectativa, tratando de encontrar líderes a quienes seguir, manipulados por la televisión, que guiaba al espectador para que tomara partido por uno u otro jugador. De la misma forma en que vendían un siniestro juego como entretenimiento, los mantenían sometidos. Si trasladamos ese aspecto a la realidad, podemos tomar lo que está sucediendo ahora en Europa, luego de los ataques en París. Los medios nos incitan a tomar partido: mientras que ISIS se promociona igualmente con sus videos y a través de las redes sociales para reclutar más seguidores, el resto del mundo usa CNN, BBC y otros medios globales para repudiar las acciones de los extremistas y generar más odios contra ellos, además de anteponer sus líderes salvadores (Estados Unidos, Francia, etc). Sin pensar en quién tenga la razón, vivimos la misma situación que en la ficción, bombardeados con información y supuestos hechos, cuyos orígenes y motivos ulteriores no entendemos en su totalidad.
- No existe sistema de gobierno perfecto. Mientras que Snow tenía al groso de la población oprimida en una especie de orden socialista, mientras él gozaba de beneficios con un grupo selecto elitista y aristocrático, la presidenta Alma Coin abogaba por una democracia. Sin embargo, al final, vemos que de una u otra forma, cada presidente perseguía sus propios intereses, y llámese socialismo, dictadura, democracia o monarquía, al final nos damos cuenta que el pueblo es el último en la lista de prioridades.
- Vivimos un día a día tal cual como el campo de batalla de «The Hunger Games». Los gobiernos y los medios intentan mantenernos en la ignorancia, enfrentados unos con otros para desviar la atención de los actos corruptos y violaciones a la ley que aquellos pocos en el poder cometen a diario. De ahí que ese despertar que vive el pueblo a través de la figura de Katniss es necesario que se dé en todas las sociedades. Que dejemos de enfrentarnos entre nosotros y nos aliemos y encontremos soluciones para ser nosotros (los más) los que controlemos a quienes hemos elegidos para que nos lideren.
Estos aspectos son los más rescatables de la trama, porque de alguna u otra forma nos llevan a la reflexión por comparación y asociación, y es preciso que ese espectador joven empiece a percibir este tipo de situaciones para entender cómo enfrentarlas, por lo que estas películas, aunque fantasiosas y extremas, los inician en ese tipo de pensamiento.
En cuanto a su narrativa, lastimosamente, la película no contó con el mismo dinamismo que la primera. Sí se retomó el campo de batalla (que no vimos en la tercera película), estaba vez de forma intencional de Snow para con los rebeldes, pero luego de una emocionante escena de persecución, se pasaba a conversaciones repetitivas que pretendían generar cierta empatía y aceptación del espectador por la pareja Katniss y Peeta, una historia de amor que fue doblemente forzada: en la ficción se forzó ese amor para poder que ambos sobrevivieran a los juegos durante la primera película, y a través de la saga se forzó la historia romántica al espectador, tanto así, que al final, cuando Katniss desecha a Gale (por motivos un poco irrelevantes y sin sentido) para luego elegir a Peeta como su verdadero amor, no logramos creérnoslo del todo. Nunca se sintió una química o pasión entre estos dos personajes, al menos no como se veía entre Katniss y Gale. Una vez más dañan una saga prometedora por apelar al romance como hilo conductor, y termina siendo un final cursi y absurdo como el que vimos.
Esta última parte tuvo varias escenas interesantes de acción. Se perdieron algunas vidas de personajes con los que probablemente el público se había encariñado (Finnick, por ejemplo, que desde el inicio que se muestra su matrimonio con Annie, ya podemos intuir que uno de los dos iba a morir), además de la muerte de Prim, cuya protección fue prácticamente el motivo por el cual Katniss había iniciado todo esto. Su muerte desata su ira y cuando se da cuenta de que Alma Coin es igual de tirana que Snow, el clímax se hace predecible. Por si fuera poco, la resolución de la película se hizo eterna, con escenas supuestamente dramáticas que terminan con la típica de la pareja enamorada con sus hijos viviendo felices por siempre (tal cual vimos al final de «Harry Potter», por ejemplo).
En definitiva, una película que de momentos nos mantiene interesados pero rápidamente se las arregla para hacernos perder el enfoque, hasta el punto de desear que se acaba rápido. Al menos este es el final de la saga (eso espero).
Trailer:
Escrito Por: Enrique Kirchman