El desafío de John Wayne por un falso nacionalismo, las palabras destructivas de la columnista de chismes Hedda Hopper, la respetable y valiente rebeldía del actor Kirk Douglas («Spartacus») y del director Otto Preminger («Exodus») y, sobre todo, las consecuencias negativas que tuvo la cacería de brujas del gobierno estadounidense por desprestigiar y acallar a todo el que, a pesar de gozar del ejercicio de sus derechos, formara parte del partido comunista de Estados Unidos, son solo algunos de los datos históricos que podemos sacar de la película biográfica «Trumbo», una excelente obra cinematográfica, para mí una de las mejores de 2015, que se centra en los esfuerzos del escritor Dalton Trumbo por mantenerse trabajando en la industria del cine, a pesar de haber sido vetado de Hollywood por sus afinidades comunistas.
«Trumbo» es una lección de historia del cine que nos habla de una de las épocas más controversiales del séptimo arte, ya que es ahí cuando se expone verdaderamente el poder masivo de comunicación del cine y el peligro que significaba que miembros del partido comunista, especialmente escritores, tuvieran acceso a transmitir sus ideologías a través de las películas. Una trama en todo momento interesante, con una estética que nos mantiene ubicados en el tiempo y espacio, y que se apoya en material de archivo (videos y fotografías) para reafirmar los aspectos biográficos en que está basada, al presentarnos imágenes con caras conocidas como las de Ronald Reagan, Lauren Bacall y Gregory Peck, entre varios otros, como personajes claves de aquella oscura época.
Protagonizada por Bryan Cranston («Breaking Bad») como Dalton Trumbo, con las actuaciones adicionales de Diane Lane («Man Of Steel»), John Goodman («Flight»), Louis C. K. («Louie») y Helen Mirren («Woman In Gold») como Hedda Hopper, no hay duda de que los talentos destacados son los de Cranston y Mirren, aunque el resto también lo hizo excelente. Cranston no solo tiene el parecido físico, sino que le añade también esa comicidad y simpatía al personaje que nos hace agradar, además de su capacidad por compenetrarse tanto con el papel, que logra sacarle el máximo a cada escena sin importar su nivel de trascendencia en la trama. Por otra parte, Mirren es simplemente genial, desarrolla una buena química con Cranston, haciendo de sus pocas y breves escenas juntos, de las más gratas en toda la película.

Definitivamente «Trumbo» merece no solo que se reconozca a Cranston y a Mirren con nominaciones a mejor actor y mejor actriz de reparto respectivamente, sino también a mejor película y mejor director para Jay Roach («Meet The Parents»), ya que más allá de estar bien hecha en todos los aspectos, desde su fotografía hasta la musicalización, también representa una autocrítica y reflexión para un medio masivo que fue responsable del desprestigio, ruina e incluso muerte de muchos miembros de la industria que se vieron frustrados por negarse a renunciar a sus derechos y libertades. Sin duda, una película inspiradora, que tal vez me atrae por tratarse de un personaje escritor, pero que creo que más allá de quienes estén involucrados profesionalmente con el cine, es una cinta que todo espectador debe ver para entender la importancia que tiene el cine como medio de comunicación, hasta el punto de hacer que el Gobierno de Estados Unidos investigara secretamente a miles de estrellas y profesionales del cine por temor a la influencia que aquellos podrían ejercer en la sociedad mundial. Trumbo no solo les hizo frente y asumió las consecuencias de su rebeldía, sino que también se las arregló para demostrar su talento, a pesar de ser repudiado por sus inclinaciones políticas, y no sé si se burló de Hollywood, pero lo que sí es seguro es que les dio una buena lección, al ser reconocido con dos premios Oscar como mejor guion, usando el nombre de otra persona en los créditos: «Roman Holiday» (1953), firmada con el nombre del también escritor y amigo Ian McLellan Hunter, y «The Brave One» (1956), firmada como Robert Rich. Una hazaña que será siempre recordada en la meca del cine.
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Escrito Por: Enrique Kirchman