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No sé si les pasará igual que a mí, que a veces cuando estoy viendo una película solo, me impacta de tal forma su historia que hubiera deseado que alguien la estuviera viendo conmigo para compartir el mismo placer. Eso me sucedió ayer cuando fui a ver Hidden Figures, protagonizada por Taraji P. Henson (Empire), con las actuaciones adicionales de Octavia Spencer (The Help), Janelle Monáe (Moonlight), Kevin Costner (Man Of Steel), Jim Parsons (The Big Bang Theory) y Kirsten Dunst (Mona Lisa Smile). Este drama biográfico, traducido al español como Talentos Ocultos cuenta la historia de tres mujeres afroamericanas —Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson— que se destacaron por dejar un precedente en la Nasa y en las ciencias, como parte del equipo que hizo posible que Estados Unidos enviara al primer hombre al espacio. De ahí su nombre Hidden Figures (o números ocultos, como sería su traducción literal), ya que cada una de estas mujeres, en distintas funciones de ingeniería e informática, aportaron para descifrar lo que hacía falta para que el lanzamiento de un ser humano al espacio fuera exitoso, pero por algún motivo, nunca habíamos escuchado de ellas, solo del astronauta John Glenn, quien al final resultó ser uno de los principales fanáticos del trabajo de la física y matemática Katherine Johnson.

Con el simple hecho de saber que Octavia Spencer era parte del elenco, intuía que la película iba a ser de mi agrado, pero sinceramente no me esperaba que fuera tan hermosamente inspiradora como resultó ser. La química de Spencer, Henson y Monáe en pantalla es emotiva, enternecedora, simpática y cómica. Cada una con una personalidad muy marcada: la estricta, la tímida y la sexy, unidas por dos aspectos que van más allá de su color de piel: su inteligencia y sus ganas de superarse.
Aunque aborda temas serios que aquejaban a la sociedad estadounidense en la década de 1960 —tales como la segregación y el sexismo—, la trama de Hidden Figures dista de ser densa en cuanto a su línea de acción. Por el contrario, sus personajes tan atractivos la hacen tan llevadera, y está tan llena de momentos interesantes y curiosos en cuanto a detalles de la historia del racismo en Estados Unidos, que mantiene un ritmo narrativo bastante dinámico que no da pie ni al bostezo.
Aunque el personaje interpretado por Henson (Katherine Johnson) es el protagónico, en realidad la película va mostrando simultáneamente la historia de las tres mujeres, que además representaban a un grupo mayor de afroamericanas que también laboraban en el departamento de computadoras de la NASA, casi como si se tratara de una estructura narrativa de múltiples protagonistas, en la que el objetivo de todas era sobresalir.
Inevitablemente divertida, con muchos momentos de risas por la personalidad de estas mujeres, pero de momentos (aunque afortunadamente pocos) amarga, porque transporta a quienes no vivimos esa época, a ese sentimiento impuesto de inferioridad que debían pasar no solo las mujeres que deseaban superarse, sino también los afroamericanos en general, cuya sociedad los había dividido con baños para gente blanca y otro para gente «de color», cuyo patrón se repetía con las fuentes de agua pública, incluso con el café que bebía la señora Johnson en la NASA, que tenía un distintivo, para que no bebiera del café que estaba destinado para la gente blanca de su mismo departamento.

Uno de los momentos más emotivos, y amargos para mi gusto, que casi me entró un sentimiento de enojo contra la ignorancia y prepotencia de la sociedad de esa época, es cuando Al Harrison (interpretado por Kevin Costner) le reclama a Katherine Johnson que siempre que la necesita ella está ausente de su puesto, a lo que ella replica toda mojada por la lluvia, que es porque le demora casi 40 minutos ir y venir de un baño para gente «de color». En esta escena, Katherine se excusa levemente, pero ante los reclamos de Harrison, ella alza su voz hasta dejar claro su objeción a la discriminación de los baños y del café que debe tomar. Acto seguido, Harrison da la orden de que los baños sean para uso general, sin distinción de raza, agregando «aquí en la NASA todos orinamos del mismo color«. Sin duda, uno de los momentos más emotivos de la película.
Debo enfatizar en las actuaciones, porque me sorprende que solo hayan reconocido a Octavia Spencer como Mejor Actriz de Reparto en los Oscar, cuando Taraji P. Henson hizo un trabajo excelente que se debió reconocer con una nominación a Mejor Actriz. Su caracterización fue increíble, logrando inmediatamente una conexión con el público, además de experimentar un arco de transformación, desde su timidez, hasta sus momentos de seguridad y confianza, cuando se atreve a exigir cada vez más en su puesto de trabajo. Incluso Kirsten Dunst, de quien sinceramente no soy fanático, me pareció que hizo un excelente papel, casi que irreconocible, que aunque breve, tuvo mucha fuerza e impacto y también merecía estar nominada. Lo mismo va para Kevin Costner, que hizo un trabajo extraordinario, por el cual lo hubiera nominado a Mejor Actor de Reparto.
Al final, Hidden Figures recibió solo tres nominaciones al Oscar: Mejor Actriz de Reparto (para Spencer), Mejor Adaptación y Mejor Película, y sinceramente creo que este año podría darse nuevamente el caso de que la ganadora a Mejor Película no será la misma del Mejor Director, porque de lo que he visto hasta ahora, esta me parece la candidata número uno al premio máximo (y su director Theodore Melfie no fue nominado), tal cual como sucedió con Crash en 2006, otro drama de racismo que ganó Mejor Película, a pesar de que el mejor director fue para Ang Lee por Brokeback Mountain. En otras palabras, pueden ganar Hidden Figures a Mejor Película (y también le apuesto a mejor adaptación) y Damien Chazelle como Mejor Director por La La Land. Independientemente del Oscar, vale la pena verla, especialmente en una época en que la intolerancia parece ser tendencia.
Trailer:
Escrito Por: Enrique Kirchman
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