***Advertencia: Datos Importantes De La Película Son Revelados***
Soy de los que piensa y encuentra consuelo en el hecho de que «el tiempo pasa», a veces para mal, porque quisiéramos congelar instantes muy especiales, pero sin duda, cuando estoy atravesando un mal momento, un instante de incomodidad, miedo o amargura, inmediatamente pienso «el tiempo pasa… este día, por más malo que haya sido, se tiene que acabar»… Y vendrán tiempos mejores… Ese fue, tal vez, uno de los tantos mensajes que pude extraer de la película «Wonder».
Protagonizada por el increíblemente talentoso Jacob Tremblay —a quien vimos hace dos años junto con Brie Larson en la impactante «Room», por la que Larson se llevó el Oscar a mejor actriz—, con la fantástica participación secundaria de Julia Roberts («Erin Brokovich») y Owen Wilson («Midnight In Paris»); este drama nos lleva por una montaña rusa de emociones desde sus inicios: temor, aflicción, ira, compasión y, finalmente, alegría, son algunos de los varios sentimientos que el espectador experimenta de principio a fin, según su nivel de empatía con los personajes o con quien de ellos, incluso, se llegue a identificar. Porque de una u otra forma sentimos que lo que le sucede a estos personajes lo hemos vivido también.
«Wonder» habla primordialmente del bullying en las escuelas, cuando un pequeño niño —Auggie— con una deformidad de nacimiento en su rostro debe enfrentarse a su primer día de escuela, al rechazo y burla de sus compañeros, y al acoso físico y psicológico que no cualquier niño es capaz de soportar. En esta historia, basada en una novela homónima escrita por R. J. Palacio, el motivo de acoso es la deformidad del chico, pero si hacemos un sondeo escolar, esa simbólica deformidad de la ficción está representada en la realidad en muchos otros aspectos: el color de piel, orígenes raciales, si tiene sobrepeso, si es extremadamente delgado, si es afeminado, si es de bajos recursos, si es tímido, si usa anteojos, si tiene frenillos, entre una infinidad de características y condiciones. El director Stephen Chbosky, quien también dirigió la espectacular «The Perks Of Being A Wall Flower», ahonda en los sentimientos del chico, en el clásico comportamiento de no revelar la identidad de sus agresores, de tratar de aguantar lo más que pueda antes de desmoronarse frente a sus padres, de alienarse y de reaccionar con incredulidad cuando alguien con motivos sinceros se quiere acercar a él en son de amistad.
Pero «Wonder» no es solo sobre el bullying y el sentido de inclusión que deben tener todas las escuelas y con el que deben educar a los niños desde el seno familiar, sino que también es sobre ser madre y padre. Es saber ver las señales, marcar el límite de protección, saber cuándo debemos lanzarlos al agua y dejarlos defenderse; porque como dije antes, «el tiempo pasa», y eventualmente todo va a estar mejor, pero a veces nos toca pasar malos momentos para llegar a apreciar los buenos, y es por esto que al final, en su graduación, Auggie le da las gracias a su madre por haberle insistido ir al colegio… Su madre hubiese podido retirarlo en la primera queja de bullying de Auggie, pero ella ya había sacrificado su profesión, incluso su relación con su hija, por dedicárselo a él, era hora de que se enfrentara al mundo y no alimentar su aislamiento sobreprotegiéndolo aún más.
No hay duda de que el principal atractivo de esta película es su estructura narrativa, el hecho de mantener el rol protagónico en Auggie y su objetivo de superar su época escolar, pero a la vez dándole paso a múltiples focalizaciones internas a través de los distintos personajes. ¿Cómo nos damos cuenta del cambio de focalización? Pues cuando cambia la voz en off que narra la historia. La que predomina es la de Auggie, pero de repente nos dividen la historia por capítulos con los nombres de personajes Olivia (la hermana), Jack Will (su amigo del colegio), Miranda (la amiga de su hermana)… Y lo interesante es que la focalización siempre viene de un niño/adolescente, no de ninguno de los adultos.
Gracias a estos cambios de narrador, conocemos que la historia no es solo lo que atraviesa Auggie, sino lo que siente su hermana Olivia al quedar siempre en segundo plano para sus padres, porque la atención es toda para su hermano, y cómo se acostumbró a ser independiente para no darle más preocupaciones a su familia. La historia también habla del seno familiar, de la mutua comprensión entre Auggie y Olivia, de que los padres no pueden asumir que los problemas de un hijo son más importantes que los del otro, porque cada uno vive su propia realidad según su nivel de bienestar. Por otra parte, gracias a la focalización de Jack Will, conocemos cómo al inicio fue forzado a ser amigo de Auggie, y entendemos que su acercamiento no fue por interés natural, pero que a pesar de haber dicho «si yo fuera como él, me suicidaría» (en un evidente comportamiento para encajar entre el grupo de los niños populares), también nos percatamos de cómo en realidad Jack empieza a sentir un gran cariño por Auggie, hasta el punto de alejarse del grupo de los populares, valorando su inteligencia, su sentido del humor y aquellas cosas que en realidad hacían a Auggie más extraordinario que su apariencia física. Y finalmente, gracias a la focalización de Miranda, conocemos los cambios de comportamiento que pueden atravesar algunos adolescentes que viven en hogares disfuncionales (padres divorciados, madres depresivas, etc.). De hecho, a través de Miranda y de Julian (el chico que le hacía bullying a Auggie) entendemos que no podemos juzgar tan fácilmente a quienes optan por una actitud ofensiva, violenta o antipática, porque muchas veces, su comportamiento tiene un trasfondo que lo explica; en el caso de Miranda fue el divorcio de sus padres y en el de Julian fue por ser vícitma de unos padres superficiales, clasistas y hasta cierto punto, bullies.
En otras palabras, «Wonder» es una historia que fácilmente se puede aplicar a la cotidianidad de cualquier niño o adolescente, solo que contada de una forma tan humanamente hermosa que nos hace reflexionar, analizar y cuestionar nuestras posturas frente a situaciones similares. La víctima del bullying no tiene por qué ser siempre la víctima, sino que debe saber levantarse y plantar bandera. Y el victimario, por más violento y perverso, muchas veces es la víctima silenciosa de un acto violento mayor, que generalmente empieza en casa.
En cuanto al relato, el poder del guion solo puede ser enfatizado por las increíbles actuaciones de estos chicos, no solo de Tremblay en un papel en el que se me hizo irreconocible, sino también de Noah Jupe (como Jack Will), Bryce Gheisar (como Julian), Millie Davis (como Summer), Izabela Vidovic (como Olivia) y Danielle Rose Russell (como Miranda). En cuanto a Julia Roberts, creo que fue la mujer ideal para darle ese matiz maternal al personaje con la calidez que caracteriza siempre su actuación, mientras que la chispa humorística de Owen Wilson le aportó ese dinamismo, incluso a las escenas más tiernas. Un increíble trabajo que espero sea reconocido en las próximas premiaciones, al menos como mejor adaptación. Recomendada para verla con toda la familia.
Por cierto… El haber incluido a Chewbacca como imaginario comparativo del chico fue un ¡GRAN acierto!
Trailer:
Escrito Por: Enrique Kirchman