***Advertencia: Datos Importantes De La Película Son Revelados***
Margot Robbie se robó mi corazón y se ganó mis respetos como actriz con su interpretación de la controversial patinadora de hielo Tonya Harding en el dramedy biográfico «I, Tonya». Aunque la película está lejos de basarse en una historia divertida, el director Craig Gillespie (de la serie «United States Of Tara») y el guionista Steven Rogers (de «Stepmom» y «P.S. I Love You») relatan lo que en la vida real fue un drama triste —basado en el maltrato y los sueños acabados de una patinadora— con un tono sarcástico, lleno de humor negro que aliviana lo pesado de la realidad, pero transmitiendo un mensaje claro.
Mientras que una opción hubiese sido narrar un drama deportivo que nos hubiese alterado y causado estrés a lo largo del relato, Gillespie lo hace más llevadero, incluyendo aquellas escenas fuertes y estresantes, pero acompañadas de la voz en off de los personajes, primordialmente de la protagonista, que provienen de la dramatización de entrevistas que les hicieron en los 90, más ocasionales miradas a cámara que interrumpían las acciones del relato para revelar el dispositivo cinematográfico y hablarle a los espectadores: como cuando Tonya entrenaba para su segunda clasificación a las Olimpiadas y su entrenadora, Diane Rawlinson, mira a cámara para enfatizar en que la patinadora en realidad entrenó duro, cargando sacos gigantes de comida para perro, galones de agua y empujando un tronco. El escuchar al personaje de Tonya intervenir en voz en off entre escenas, con comentarios a veces cómicos, usando un lenguaje soez en su mayoría, de alguna forma nos relaja al pensar que a pesar de todo lo que vivió, lo ha podido superar con humor y un carácter inquebrantable.
Tonya Harding fue víctima de las circunstancias de un hogar disfuncional, la falta de educación y las consecuencias de ambas cosas al optar por una relación amorosa donde el maltrato y la violencia formaron parte de su cotidianidad. Pero dentro de todas las circunstancias caóticas que atraviesa nuestra protagonista, aún se deja ver a una mujer luchadora, fuerte, que dentro de sus posibilidades e ignorancia intentó salir del lío que era su vida diaria. «I, Tonya» no solo nos muestra la desilusión, el trauma y los eventos oscuros que pueden encontrarse tras bastidores de una personalidad de fama mundial y de éxito como lo puede llegar a ser un deportista, un artista, un hombre de negocio o cualquier otra persona que tenga un triunfo mediático; sino que también desvela esa falsa idea de sueño americano construida, promocionada y vendida primordialmente por los medios de comunicación masivos como los son la televisión y el cine. Para el jurado de las competencias donde participaba Tonya no era suficiente su insuperable habilidad en la pista, simplemente se negaban a puntuarla mejor porque no representaba esa «idea de perfección americana» que querían venderle al mundo de una mujer con una familia amorosa y un esposo ejemplar. Tonya no tenía nada de eso, solo su talento en el hielo, pero no bastaba.
Pensé que ser famosa iba a ser divertido. Fui amada por un minuto, después fui odiada y luego solo era un chiste. Era como ser abusada nuevamente, solo que esta vez era por ustedes. Todos ustedes. Ustedes eran mis atacantes también».
Esta frase de Tonya casi al final de la película resume, tal vez, el precio de la fama en cualquier ámbito, principalmente ahora con las redes sociales a través de las cuales los fanáticos y el público en general juzga sin filtro a sus «héroes», exigiendo, criticando, insultando y muchas veces arruinando la vida de aquellos que como tantos de nosotros solo quieren sobresalir.
Tonya Harding en las Olimpiadas:
Saben… Estados Unidos quiere a alguien a quien amar y quieren a alguien a quien odiar… y lo quieren fácil…»
Así va concluyendo Tonya al final, con esta frase que habla de la necesidad de Estados Unidos de crear aquellos «American heroes» o «American sweethearts«, llevarlos hasta la cima con exceso de publicidad y exposición mediática, para luego, así mismo hundirlos y llevarlos al fracaso, hasta que queden en el olvido cuando surja una historia más mórbida que contar. Si pusieron atención, en el tercer acto de la trama, Jeff (el exesposo de Tonya) cuenta cómo un día antes de ser encarcelado, los medios de comunicación que habían prácticamente acampado afuera de su casa, simplemente desaparecieron… En ese momento, en la televisión de su casa estaban pasando un noticiero que hablaba del sonado caso de O. J. Simpson. En otras palabras, Tonya Harding, su novio Jeff y su agresión a la patinadora Nancy Kerrigan habían pasado al olvido, porque la atención de los medios tenía una nueva comidilla: un jugador de fútbol americano que presuntamente había asesinado a su esposa y amante. Y así hasta la actualidad hemos visto cómo una celebridad reemplaza a la otra con una historia de éxitos y rotundos fracasos.
La película está, sin lugar a dudas, excelentemente guionada, lo cual se apoya y se refleja además con un montaje y una edición prolija, dinámica, con un ritmo externo que ayuda a mantener al espectador interesado en la historia. Los cambios constantes de focalización, cuando por un lado la historia se cuenta desde la perspectiva de Tonya, pero luego vemos la versión amañada de su exesposo Jeff, para luego volver a la versión verídica y confirmada por Tonya. Lo mismo sucede con las ocasionales intervenciones de la madre y del amigo cómplice de Jeff, llamado Shawn.
Lo que llama más la atención de la película son sus fabulosas actuaciones. Margot Robbie, a quien conocemos por su sensualmente divertida interpretación de Harley Quinn en «Suicide Squad», nos sorprende y cautiva con una cambiante interpretación, entre lo cómico, lo rebelde y lo profundamente conmovedor. Y sin duda, se ha convertido en una de mis favoritas para ganar mejor actriz en los premios Oscar (haciéndole la competencia a mis otras dos favoritas: Frances McDormand por «Three Billboards Outside Ebbing, Missouri» y Sally Hawkins por «The Shape Of Water»). Mientas que Allison Janney (de la serie «Mom»)… ¡Wao! Su interpretación como la perversa madre de Tonya, LaVona, es insuperable. Su parecido físico, sus gesticulaciones y expresiones ambiguas, en las que no se lograba identificar si en realidad quería que su hija triunfara o fracasara… Todo lo de su personaje fue perfecto y es la ganadora indudable como actriz secundaria en los Oscar. A quien considero que debieron incluir en las nominaciones, como mejor actor de reparto, fue a Sebastian Stan («Captain America: The Winter Soldier») por su interpretación del exesposo de Tonya, porque para mí fue crucial esa mezcla de chico tímido, amoroso y a la vez maltratador y violento, para darle forma al personaje de Robbie. También, hubiese reconocido a Gillespie y Rogers en las categorías de mejor dirección y guion respectivamente, además de que «I, Tonya» merecía estar nominada como mejor película. ¡Imperdible!
Trailer:
Escrito Por: Enrique Kirchman
Un comentario en “{Crítica} «I, Tonya»: Un Relato Divertido Aunque Con Una Historia Sin Final Feliz”