Escrito Por: Enrique Kirchman
***Advertencia: Datos Importantes De La Película Son Revelados***
Luego de la exitosa primera parte, «Sicario» (2015), protagonizada por Emily Blunt («The Devil Wears Prada») —cuya producción fue alabada por la crítica, con excelente recepción de los espectadores e incluso nominada a tres premios Oscar—, Josh Brolin («Avengers: Infinity War») y Benicio del Toro («Traffic») regresaron para traernos un drama criminal aún más chocante y lleno de momentos de tensión en su secuela «Sicario: Day Of The Soldado». Desde la primera secuencia de escenas muestran a un terrorista (de alguna célula de Oriente Medio o similar) que se explota frente a un grupo de soldados en la frontera de Estados Unidos con México cuando estaban a punto de apresarlo por intentar ingresar al país ilegalmente. En la escena siguiente, muestran un pacífico y concurrido supermercado en el que de repente se dan una serie de detonaciones que culminan con un momento trágico y bastante perturbador en el que una madre trata de huir del altercado con su hija, pero su suerte se ve truncada cuando se topan con uno de los terroristas que decide inmolarse en el momento justo cuando ambas estaban llegando a la salida del supermercado. Es imposible no sentirse conmocionado por esta escena, y es precisamente esa impresión la que determina nuestra empatía por los personajes protagónicos durante el resto del relato.
Luego de estas violentas escenas introductorias, el espectador recibe inmediatamente la información de que aquellos terroristas que atentaron contra personas inocentes en un supermercado en Estados Unidos, pudieron entrar al país ilegalmente gracias a su conexión con carteles del narcotráfico mexicano que los llevaron hasta México en un barco con bandera panameña, para luego introducirlos a Estados Unidos por la frontera. Todos estos datos claves de la historia son dados al espectador desde el inicio, a través del detonante, lo cual permite identificar claramente a los protagonistas, antagonistas y el conflicto: los agentes estadounidenses deben acabar con los narcos mexicanos.
He aquí el peligro que representa el cine como medio de comunicación masivo y transmisor de ideologías. «Sicario: Day Of The Soldado» viene a estrenarse en una época en que la situación migratoria en Estados Unidos está a flor de piel, con todas las familias inmigrantes que han sido separadas (hijos de padres) al ser apresadas por ingresar de forma ilegal, y refuerza directamente la política que el presidente Donald Trump ha pregonado desde su ascenso a la Casa Blanca: reforzar la frontera con México y vetar la entrada a musulmanes, alegando que los primeros son todos delincuentes y los últimos, terroristas. Al mostrar las imágenes impactantes del inicio, inmediatamente justificamos las acciones de los personajes Matt Graver (Brolin) y Alejandro (Del Toro). Nadie quiere que una niña y su madre mueran tan trágicamente, entonces, queremos que nuestros héroes acaben con los delincuentes mexicanos, e indirectamente, empezamos a estar de acuerdo con la idea de que se restrinja la entrada de los extranjeros al país. El espectador muchas veces no distingue la ficción de la realidad y sale de la sala de cine pensando que vio algo «basado en hechos reales», y esto provoca el rechazo, la discriminación y la xenofobia.
No estoy diciendo que el director Stefano Sollima o el fabuloso guionista Taylor Sheridan (nominado al Oscar a mejor guion por «Hell Or High Water») hayan hecho una película intencionalmente para apoyar las ideas de Trump, pero como cualquier artista, su obra se ve influenciada por un contexto sociocultural, político o económico, o por sus propias creencias y principios que pueden resultar en un mensaje negativo o positivo, según se aborde en la obra.
A pesar de ser una excelente película —desde el punto de vista del manejo de la tensión en la trama, los puntos de giro y las actuaciones—, esta secuela no deja de caer en los mismos estereotipos que Hollywood ha venido perfilando de la comunidad latinoamericana, prácticamente, desde sus inicios. Algunos son bastante evidentes, como cuando representan el territorio mexicano con una temperatura color extremadamente cálida para remarcar el calor que hace en estas regiones hispanas, casi que como un factor influyente en el comportamiento de sus locales (la pereza, el subdesarrollo, la sexualidad alborotada, entre otras cosas). Incluso, en una escena, la jefa de Matt (interpretada por Catherine Keener) le advierte que debe empezar a invertir en protector solar, a lo que él responde «si las guerras fueran en lugares nublados no tendría que hacerlo«, haciendo alusión a que los países calurosos y soleados (tanto en Latinoamérica como en Medio Oriente) son en los que por lo general ocurren estas situaciones de conflictos criminales. Por otro lado, también es muy común representar las autoridades latinas como corruptas, tal como en el caso de los oficiales de la policía mexicana que se le voltearon a los soldados gringos, aunque al final fueron masacrados. Y no podía faltar el estereotipo de la mujer latina al representar a la adolescente Isabel Reyes, hija de un narco mexicano, a quien caracterizaron como volátil y malhablada, algo muy recurrente en Hollywood.
Sin embargo, la trama no se enfoca solamente en una representación degradante del latino, también critica la manipulación de las autoridades gringas para conseguir su objetivo, como la estrategia de crear una guerra interna entre los carteles mexicanos, que en realidad ellos iniciaron con el asesinato de un abogado y el secuestro de la hija de un narco. O también, la orden de asesinar a la niña y al agente Alejandro, como una forma de «eliminar» cualquier cabo suelto de su misión fallida. «Sicario: Day Of The Soldado» hace referencia a lo sanguinarios que pueden llegar a ser estos criminales latinos, pero también mete en esa misma bolsa de sicarios a los soldados estadounidenses, cuya única diferenciación de los delincuentes es el uniforme con el que representan a una potencia que supuestamente lucha por la libertad, la paz y la democracia; fuera de eso, son unos vulgares asesinos desalmados también.
No hay duda de que la película la verán en el borde del asiento, interesados en todo momento en lo que pueda suceder. Está muy bien escrita, casi con un estilo medio Tarantino en la caracterización de los personajes y en el manejo de las escenas violentas, pero lo importante es que la vean con el criterio debido, que sepan fragmentar los elementos fílmicos, estilísticos y lingüísticos de la obra para poder identificar el mensaje subliminal y luego decidir si lo adoptan o no.
Trailer: