Escrito Por: Enrique Kirchman
***Advertencia: Datos Importantes De La Serie Son Revelados***
El machismo, sexismo y racismo son algunos de los ‘ismos‘ a los que alude la serie «GLOW», una producción original de Netflix basada en el famoso show homónimo de lucha libre femenina, que fue popular a finales de la década de 1980, en cuya época también está ambientada. Aunque la trama toma como premisa a un productor primerizo, un director fracasado y a un grupo de mujeres actoralmente inexpertas que intentan levantar un show de entretenimiento de bajo presupuesto, metafóricamente, «GLOW» aborda situaciones muy sensibles por las que está atravesando la industria cinematográfica y televisiva actualmente en relación al rol de la mujer.

A pesar de su tono narrativamente cómico (con matices sarcásticos, irónicos y un tinte negro), la serie no se queda en el inocente propósito de generar risas, sino que profundiza en aspectos dramáticos que la convierten en un guion genialmente escrito. Por un lado, en esta segunda temporada vimos una evidente crítica a la creación de personajes estereotipados que emanan de un pensamiento racista, algo muy común en la forma en que Hollywood siempre ha caracterizado a sus personajes. En el caso de la serie, lo podemos ver reflejado en el personaje de Tammé Dawson (interpretado por Kia Stevens), una mujer afroamericana que en la ficción atraviesa un momento de vergüenza en el episodio cuatro, cuando su hijo asiste a una de las grabaciones en vivo y descubre que su madre interpreta a un personaje llamado Welfare Queen (Reina de la Beneficencia), que en otras palabras es descrita como vividora, vaga y desempleada; versus su contrincante Liberty Belle (Betty Gilpin), un chica caucásica que representa el ideal victorioso y superior estadounidense. En esta escena, Tammé es humillada en el cuadrilátero, pero como parte del guion de la lucha. Sin embargo, hasta ese momento, cuando su hijo la juzga desde las gradas, no se había percatado de la mala representación que su personaje suponía para la población afroamericana. Lo mismo sucede con el personaje de Arthie Premkumar (interpretada por Sunita Mani), una chica india, estudiante de medicina, a quien, por su apariencia física, le dieron el personaje de Beirut The Mad Bomber (La Bombardera Loca), en otras palabras, una terrorista.

Esta reafirmación del arquetipo blanco superior versus el estereotipo de que las razas más oscuras son las villanas ha estado presente desde los inicios del cine. Lo ha sufrido la comunidad afroamericana, latinoamericana y los descendientes de Oriente Medio, entre otros. Y en «GLOW» exponen esta situación a través de estos dos personajes que también dejan en evidencia la irresponsabilidad compartida de quienes crean el personaje y quienes lo interpretan al aceptar llevar ideologías discriminatorias a la pantalla, que terminan influenciando el pensamiento colectivo.
Por otro lado, en el episodio cinco, se menciona uno de los secretos a voces de Hollywood: el acoso y abuso sexual, y cómo muchas mujeres se convierte en víctimas por temor a arruinar sus carreras. En este caso tenemos al personaje Tom Grant (interpretado por Paul Fitzgerald), que inmediatamente nos recuerda al productor Harvey Weinstein —acusado por varias mujeres (entre esas Salma Hayek y Ashley Judd) por acoso sexual y violación—, cuando intenta propasarse con Ruth Wilder (interpretada por Alison Brie), luego de invitarla a una supuesta reunión de producción en su cuarto de hotel. Como Ruth no accedió, el show fue denigrado a un horario de transmisión de 2:00 a.m., lo cual significaría su posterior cancelación… Una típica reacción y amenaza de Weinstein, según comentaron varias de sus acusadoras. Lo inquietante es que cuando Ruth le comenta a su examiga Debbie sobre cómo huyó del hotel, esta le recrimina por no haber accedido acostarse con Grant para salvar el empleo de todo el equipo.
De esta misma forma, la serie presenta lo difícil que es para la mujer llegar a ocupar cargos de liderazgo en esta industria, y aun cuando los ocupa, su opinión es tomada a la ligera. Tal es el caso de Debbie, quien logró negociar un contrato como productora del show, pero Sam Sylvia (Marc Maron) prácticamente la ignoraba, no le avisaba sobre las reuniones, hasta que poco a poco, ella fue buscando estrategias para hacerse escuchar y valer.
«GLOW» tiene un guion astuto, que para quienes siguieron la versión original que se transmitió entre 1986 y 1989, puede resultar más placentero al ir viendo como introducen aquellos elementos característico de esa época: los jingles que se inventaron las luchadoras al abrir el programa, los sketches jocosos que crearon, cómo nacieron cada uno de los personajes y cómo algunas cambiaron de un personaje a otro tal cual pasó en la versión pasada, entre otras cosas. Pero lo más importante es que humaniza a estas mujeres que en el cuadrilátero lucen tan despampanantes e inalcanzables, les da contexto social y psicológico, y las dota de fuerza, no solo física, sino mental, emotiva y dramática para llevar adelante una historia que sirve de analogía con la realidad actual que atraviesa la mujer global. Además de que expone también el efecto del star system y ese mito de las estrellas que muchas veces impide que el espectador pueda diferenciar al actor del personaje.
Las actuaciones son magistrales. Alison Brie, Betty Gilpin, Marc Maron y Chris Lowell son excepcionales, una pena que en los Emmys solo hayan nominado a Gilpin y no al resto. Lo cierto es que, en general, todas las chicas y demás actores aportan una personalidad única, que le da esa diversidad y dinamismo a la trama. Sin duda una serie que todos disfrutarán.