
Escrito Por: Enrique Kirchman
***Advertencia: Datos Importantes De La Película Son Revelados***
En el cine, las adaptaciones y los remakes siempre tienen un nivel de riesgo narrativo, especialmente, si su versión original tuvo una buena recepción entre los espectadores que luego tendrán un punto de comparación para criticar con propiedad. Esto sucede cuando se adaptan libros, series o películas que no fueron hechas en Hollywood. El espectador común no entiende acerca de los ajustes narrativos para llevar, por ejemplo, una historia literaria a la pantalla. Las fanáticas de «50 Shades Of Grey» concuerdan con que los libros eran mucho más explícitos en cuanto a las escenas sexuales y que la historia tenía muchos más momentos dramáticos que no alcanzaron a aparecer en pantalla… Pero es que por cuestiones de mantener el interés de los espectadores, la historia sufre muchos recortes e incluso cambios sustanciales para ser adaptadas de libro a película, y ese es el arduo trabajo que debe llevar a cabo el guionista: saber elegir los puntos de inflexión que puedan convertir esa obra en un éxito cinematográfico. Pero el espectador/lector no entiende eso y simplemente quiere que la película lo envuelva tal cual lo hizo el libro. Otras veces, los guionistas y directores logran una obra maestra, como fue el caso de la trilogía de «The Lord Of The Rings» o la serie «Game Of Thrones», que a pesar de cambiar giros importantes de su trama literaria, no ha decepcionado a los fanáticos.
Lo mismo sucede cuando se adapta una película cuya versión original fue producida en otro país, porque hay que ajustar aspectos del lenguaje, jerga, locaciones, nombres propios, chistes (en el caso de comedias) y personajes míticos o supersticiosos (en el caso del género de terror), entre muchos otros aspectos. Si Hollywood adapta una comedia argentina, lo más seguro es que si hay un chiste referente a la leyenda de la televisión argentina Susana Giménez, lo reemplace con un chiste similar sobre Oprah Winfrey, alguien con quien su público se identifique. Estos cambios son claves para poder generar interés en el espectador y evitar que se levante y se vaya por no entender nada o no sentirse representado en la trama.
Hacer una adaptación no quiere decir que sus realizadores «se hayan copiado» de la original… Obviamente compran los derechos para hacerla, algo que Hollywood ha hecho hasta la saciedad, con la diferencia de que Hollywood muchas veces lo hace con la intención de desplazar la versión original y prevalecer con la suya, afectando la venta de las originales que no cuentan con las mismas estructuras comerciales sólidas de las majors. El tema es que a veces fallan en sus adaptaciones, como fue el caso de la película de terror «Quarantine» (2008), que no llegó a igualar siquiera la excepcional versión original española «[REC]» (2007). Lo mismo sucedió con «Secret In Their Eyes» (2015), cuyo elenco integrado por Nicole Kidman, Julia Roberts y Chiwetel Ejiofor no contribuyó a superar el éxito argentino, «El Secreto De Sus Ojos» (2009), que protagonizó Ricardo Darín y Soledad Villamil años atrás, y que ganó el Oscar como Mejor Película Extranjera.

«Sin Pepitas En La Lengua», dirigida por Carlos y Juan Carlos García de Paredes, es la primera adaptación (hasta donde conozco) que se hace en Panamá, basada en una película extranjera. Su versión original, «Sin Filtro», es una producción chilena dirigida por Nicolás López y protagonizada por Paz Bascuñán, la cual se estrenó en Panamá en 2016, en el marco del Festival Internacional de Cine de Panamá.
Tal cual como mencioné en párrafos anteriores, esta adaptación no queda exenta de aquellos cambios narrativos que se requieren para captar el interés de un público con una cultura que, aunque latinoamericana, es bastante distinta a la panameña. Esos detalles se notan rápidamente en el tipo de humor que usualmente (o que hasta ahora) se maneja en las producciones nacionales, recurriendo a un lenguaje soez en el que predominan los «chucha madres» y el «fucking«. Y sí, el panameño es muy dado a expresarse de esta forma en momentos de enojo, estrés y hasta coloquialmente, pero a veces me gustaría ver una comedia que apele a un humor más intelectual, en lugar del fácil recurso de generar carcajadas con vulgaridades. Sin embargo, esto no logra empañar la propuesta de «Sin Pepitas En La Lengua». Innegablemente, la comedia cuenta con una excelente producción, prolija en cuanto a fotografía, edición y ambientaciones, que desde los códigos gráficos iniciales nos muestra buen gusto y una estética humorística clara, cerrando con los bloopers en los créditos finales, que fueron un plus gratificante.

Su protagonista, Ash Olivera (argentina, casada con panameño), ha sido un gran aporte a nuestro cine, no solo por ser un rostro relativamente nuevo (a pesar de que ha participado en producciones televisivas anteriores), sino porque indudablemente tiene talento. Me recordó como a una mezcla entre las actrices argentinas Muriel Santa Ana («Ciega A Citas») y la sensacional Valeria Bertuccelli («Un Novio Para Mi Mujer»). Es graciosa y natural en sus expresiones, tiene un estilo o técnica actoral que se nota más fresca, más relajada, ideal para la pantalla; algo que todavía me cuesta encontrar en otros actores, como Agustín Goncalves (quien interpretó a su novio en la trama), cuya actuación raya más en lo teatral que en lo cinematográfico. Sin embargo, de repente se sale con excelentes escenas, como aquella que comparte con Simón Tejeira Healy (su hijo en la trama) en la mesa, cuando intenta recuperar a Isa, en la que los diálogos fluyen casi que espontáneos y muchísimos más graciosos. A propósito de Simón Tejeira, ese chico también debería hacer más cine y/o TV, porque las pocas escenas en que apareció fueron realmente cómicas y su interpretación impecable: tanto así que me costó reconocerlo en la sala cuando terminó la premier.
Cabe destacar también la participación de Miroslava Morales y Diego de Obaldía… Mientras que Miroslava sin duda tiene la vena de actriz, proyectando sencillez en su interpretación y siendo un buen apoyo para Ash en sus escenas juntas; Diego nació para la comedia, tiene ese chip integrado que inevitablemente nos causa gracia, y es una actor con el que es fácil proyectar una química en pantalla, y eso siempre es apreciable por el espectador. Sara Faretra, Ingrid Villarreal, Camila Aybar y Randy Domínguez fueron unas añadiduras también acertadas, que aunque tuvieron una participación corta, aportaron exitosamente a la trama. Y luego está Felipe Florez como el portero Zambrano, que se llevó los halagos de la noche.

El secreto del éxito de la historia de «Sin Pepitas En La Lengua» —que también tuvo su adaptación en Argentina (con Natalia Oreiro en el protagónico) y en México (con Fernanda Castillo)— es su relevancia con la actualidad, algo a lo que ya hice alusión en mi crítica de «Sin Filtro», respecto a la influencia sociocultural de las redes sociales y de la era digital, que han venido a modificar el comportamiento humano, resignificando conceptos de comunicación masivos con modelos más superficiales e inmediatos, basados en la cultura de los likes, más que en lo que es realmente útil y eficaz. Nos muestra cómo la tecnología controla cada vez más nuestras vidas, convirtiéndonos en un episodio de «Black Mirror», al reemplazar nuestras relaciones cara a cara por chats en Whatsapp, citas por Tinder, fotos por Instagram, direcciones por Google Maps y una dependencia enfermiza por el internet y los celulares. Una sociedad que al ver una injusticia en la calle, opta por grabarla con su celular antes que correr a ayudar.
La comedia también hace principal hincapié en la cosificación de la mujer en la sociedad, y esto se puede ver en la forma en que Pablo (Diego de Obaldía), el jefe de Isa (Ash Olivera), trata a las mujeres de su agencia publicitaria… Para él son meros objetos sexuales, contratadas por sus looks, despreciando la experticia de Isa. Y también lo vemos en los obreros de la calle que «piropean» vulgarmente a Isa cada vez que pasa en su auto, rayando en el acoso sexual. Desde un punto de vista feminista, «Sin Pepitas En La Lengua» hace una crítica a la situación que tienen que padecer algunas mujeres, diariamente, en un mundo que, a pesar de los esfuerzos y cambios globales, sigue influenciado por pensamientos e ideologías machistas, especialmente en Latinoamérica. A eso le suman los obstáculos y preocupaciones que hay que superar en lo cotidiano: el tranque vehicular, las relaciones amorosas, los problemas familiares, el mal servicio al cliente, la injusticia, la falta de atención a normas de urbanidad, los estereotipos (cuando dice que Isa está enojada porque tiene la regla), el descarrile de los adolescentes contemporáneos, entre otras cosas. Y esto es lo que más rescato de esta película… No debe ser vista solo como entretenimiento o una generadora de carcajadas, sino también como una forma digerible de comprender todo lo que está mal en nuestra sociedad actual.
«Sin Pepitas En La Lengua» se estrena comercialmente en Panamá el Jueves 9 de Agosto de 2018.
Trailer:
*Alerta Spoiler*
Al igual que tus comentarios coincido que a pesar de seguir lo coloquial de nuestro lexicom, la producción fue muy buena.
Me atrevo apostar que de todas las películas panameñas (exceptuando la Hands of Stone a nivel actoral) aportó para mi una base en donde los demás pueden esforzarse para dar un poco más.
Rescato la produccion audivisual, excelentes tomas aunque el cierre de la película un poco forzado. Yo me hubiese quedado con la toma aérea del Casco, luego del despido.
Buena selección de soundtrack y no se notaron los posibles patrocinios.
Me llenó mucho, me reí por la realidad que despliegan en la trama, sin embargo, esperé más venganza luego de lástima en las primeras escenas.
Ken Lee pudo ser explotado un poco más, dado que se dieron muchas vueltas para llegar a la escena del Barrio Chino, pero detalles simplemente que no empañan la producción.
Igual, estos son mis gustos de espectadora, felicito a la producción por haber hecho mucho más que lo tradicional.
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