Escrito Por: Enrique Kirchman
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Desde su rol protagónico en «Kingsman: The Secret Service» (2014), el joven talento británico Targon Egerton se ha convertido en una especie de nuevo Colin Farrell del cine de acción. Aunque debo decir que Farrell tuvo muchos más aciertos cinematográficos en sus años mozos —excepto, tal vez, por «Daredevil» (2003), «Alexander» (2004) y «Miami Vice» (2006)— que Egerton, a quien solo le puedo dar crédito por su ya mencionado papel de espía en la primera película de «Kingsman», ya que incluso su secuela dejó mucho que desear. Pero no es que el chico sea mal actor, de hecho considero que tiene el carisma y el porte que se requiere, pero lastimosamente algunas de las películas en las que ha participado no han tenido una buena narrativa y la reciente «Robin Hood» no escapa de ser bastante decepcionante.
Cuando supe que Egerton le daría vida a la nueva versión del «príncipe de los ladrones», me pareció una elección acertada, y todavía lo siento así, pero el problema es que el director de esta nueva entrega, Otto Bathurst, debutó en el cine con este filme, luego de haber dirigido diversas series de televisión, entre esas, algunas excelentes como «Peaky Blinders» y «Black Mirror», pero parece que implementó esa misma estética serial en el filme.
La película está enfocada en la acción con una historia ligera, sin mayor complejidad dramática, un despliegue de efectos especiales y visuales, y personajes jóvenes cuyas actuaciones oscilan entre lo cómico y lo intrépido, con la única intención de asegurar una posible saga. Tengamos en cuenta que las pasadas versiones de Robin Hood, al menos la de Kevin Costner en 1991 y la de Russell Crowe en 2010, presentaron a un protagonista mucho más maduro, en sus 30 y 40. La versión de Egerton se puede decir que es la junior, hecha para atrapar a un público juvenil que no desea profundizar en el drama… hasta la subtrama romántica es bastante tonta, mientras que en la versión de Costner fue prácticamente el núcleo de la historia (sin olvidar que dio lugar a una de las canciones más románticas de la época: «(Everything I do) I Do It For You» de Jon Bon Jovi, que incluso estuvo nominada al Oscar.
Lo que más causa un ruido visual al ver esta versión del forajido arquero es la dirección de arte. Mientras que tradicionalmente la historia se ubica en la Inglaterra Medieval, en este filme, parece haber una ambigüedad temporal o una mezcla que se aprecia tanto en la arquitectura de las locaciones como en el vestuario y apariencia de algunos personajes. Por ejemplo, la ropa y peinados que llevaban algunos de los nobles en la escena en que están en la iglesia dando la limosna, pareciera que estas personas habían salido del Capitolio de «The Hunger Games», con un estilo de vestimenta futurista como la de Effie (el personaje interpretado por Elizabeth Banks en la saga). En otras palabras, hicieron un híbrido narrativo-estético similar al que hizo Baz Luhrmann en 1996 con su versión moderna de «Romeo + Juliet», protagonizada por Leonardo DiCaprio y Claire Danes; pero en «Robin Hood» da la impresión de ser un error estético, no se ve la intencionalidad, sino que queda como una falta de investigación histórico-artística sobre ambientaciones, vestuarios, peinados, texturas, armamentos, etc. de la época medieval inglesa.
En «Robin Hood: Prince Of Thieves» con Kevin Costner había una especie de tratamiento literario en el relato: el drama, el romance, la intriga y el desenlace nos envolvían. El «Robin Hood» de Taron Egerton parece un superhéroe de cómic, en el que su interés romántico es accesorio; Marian (interpretada por Eve Hewson) era como parte del decorado, en lugar de un personaje que estuviera al mismo nivel del protagonista. Lo peor de la película es su desenlace como si se tratara del final de una temporada serial, con el surgimiento de un nuevo villano que actúa por despecho. ¡Ridículo y telenovelesco! Me refiero al personaje Will Scarlet (interpretado por Jamie Dornan), quien se unió románticamente con Marian luego de que ella pensara que Robin había muerto. Will era el líder de los plebeyos, cuestionando las acciones corruptas del Gobernador, aspirando a una posición política, pero al final se convierte en el nuevo Gobernador de Nottingham, por solicitud del Cardenal, dando un giro de 180º, convirtiéndose en todo lo que se oponían antes. Pero, ¿por qué se vuelve villano? Porque vio a Marian y a Robin besarse, y el odio a Robin Hood es ahora su motor antagónico, a pesar de que le daba más importancia a su carrera política que a la misma Marian. He aquí lo forzado que se ve la intención de los productores de querer hacer una secuela y posible saga de Robin Hood. Los elementos narrativos son demasiado fáciles, tontos y sin fundamentación alguna. No hay una base biográfica lo suficientemente fuerte de sus personajes como para hacernos creer la historia. Estuvo tan enfocada en el despliegue de acción, las persecuciones absurdas en carretas y caballos como si se trataran de automóviles, y las peleas y explosiones, que fallaron en darle matices a sus personajes y, por ende, a la trama. Por lo que una secuela, está injustificada.
Esperemos que desistan de la idea de hacerla y que dejen descansar a este personaje por unas décadas más, cuando encuentren una historia digna que contar.
Trailer:
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