Escrito Por: Enrique Kirchman
***Advertencia: Datos Importantes De La Película Son Revelados***
«Las mujeres somos cuidadoras, eso es lo que se espera de nosotras. Tenemos a nuestros hijos, a nuestros esposos y compañeros, si tenemos suerte… Pero debemos encontrar logros personales, perseguir nuestros sueños. Tenemos que decir: ‘yo puedo hacer eso y me deben dejar hacerlo‘».
Este es un fragmento del discurso que pronunció la actriz Glenn Close («Fatal Attraction» y «101 Dalmatians») cuando aceptó el Golden Globe como Mejor Actriz Dramática por su papel de Joan Castleman en «The Wife», un extraordinario drama acerca de una mujer que decidió vivir bajo la sombra artística de su no-tan-talentoso esposo, limitándose a ser reconocida simplemente como ama de casa y esposa, cuando en realidad fue ella, con su innegable potencial como escritora, la que impulsó la carrera de aquel. Fueron estas palabras, que Close dirigió al público casi entre lágrimas, las que me causaron curiosidad por ver la película y debo decir que quedé profundamente fascinado con su historia, con la que fácilmente se pueden identificar mujeres de cualquier ciudad y estrato social. Pero quedé principalmente deslumbrado por la cálida, conmovedora y, a la vez, poderosa interpretación de Glenn Close.
Basada en la novela homónima de la escritora neoyorquina Meg Wolitzer, el argumento de la historia gira entorno a Joan Castleman, la abnegada esposa del escritor Joe Castleman, quien resulta elegido como el ganador del premio Nobel de Literatura, por lo que viaja a Estocolmo con su esposa e hijo para asistir a la solemne ceremonia. Durante aquel viaje, la actitud de Joe y los cuestionamientos de un reportero imprudente incomodan a Joan a tal punto de que la llevan a reflexionar sobre su vida, percatándose de que sacrificó su futuro como una prominente escritora, para servir a su ingrato y desconsiderado marido, que se valió de la creatividad y el talento de ella para sobresalir en el mundo literario. Lo que es aún peor, Joe ni siquiera la respetó como su mujer ni le dio la vida digna que merecía. Por el contrario, Joan fue víctima de las constantes infidelidades de su marido, quien se excusaba de que su mujer tenía más talento que él y eso lo hacía sentirse emasculado, por lo que buscaba confort en una amante. Y cuando ella se sentía demasiado enojada, amargada y decepcionada para escribir, él la exhortaba a utilizar su enojo y amargura para que produjera novelas con sentimientos genuinos y profundos. Por cada infidelidad, prácticamente, Joan producía un libro para su marido, quien simplemente se encargaba de editarlo, pero el trabajo creativo era de ella. Y aún así, la desacreditaba en público diciendo «gracias a Dios mi esposa no escribe«… A lo que ella le reclama después… «Tu esposa… la que acaba de ganar el premio Nobel«.

«The Wife» centra el relato en lo que parece ser un reclamo de propiedad intelectual, casi como la historia biográfica de la pintora Margaret Keane en «Big Eyes» (con Amy Adams y Christoph Waltz), cuyo esposo firmaba los cuadros que ella pintaba; pero la interpretación de la historia es mucho más que eso. Es un reclamo de vida, de haber sacrificado innecesariamente e injustamente poder ser alguien en la vida, por dedicarle la atención a un hombre ególatra y ensimismado.
La historia de Joan y Joe Castleman se encuentra en muchos hogares de la realidad. Aquella mujer que siempre quiso ser y hacer, pero que resultó ser víctima de un tipo de bullying psicológico de parte del marido, de su familia y de la sociedad, que la sugestionan con cosas como «tu lugar está en el hogar» o «tienes que cuidar de tus hijos» o «la mujer no tiene éxito en ese ámbito». Tal cual como le pasó a Joan, cuando en su juventud, una prominente escritora de nombre Elaine Mozell (interpretada por Elizabeth McGovern), le hizo creer que los libros escritos por mujeres no tienen éxito en un mundo en el que la última palabra la tiene un hombre. Y su marido reforzó esa idea hasta que la persuadió de abandonar su prometedora carrera literaria.
Pero sin Joan, no hay Joe. Curiosamente hasta los nombres suenan parecido, lo que le da a ambos personajes un sentido de igualdad. Ella representa literalmente el dicho de «detrás de cada hombre hay una gran mujer«, solo que en su caso se podría reformular como «delante de cada gran mujer hay un hombre que impide que ella sea exitosa«.
Es inevitable no sentirse conmovido y estremecido por «The Wife». Como esposo, como esposa, incluso como hijo, uno logra identificar y rebuscar en su propia vida las similitudes. Esa madre que descuida su vida, su carrera, sus sueños y metas, por arreglar la de los demás que pertenecen a su núcleo familiar. Ese esposo que cree que su actuar es aceptable y normal. Y ese hijo cuya actitud supone las secuelas de un matrimonio que en realidad nunca funcionó. Y siempre surge esa pregunta que para muchos la respuesta puede ser obvia cuando no se encuentran dentro de esa situación: ¿Por qué la mujer no deja al marido? ¿Siguen juntos por amor o por costumbre o por mantener a la familia unida o por miedo a quedarse sola? En el caso de esta película, y como sucede en muchas familias, la frase «hasta que la muerte los separe» cobra vigencia, pero para Joan fue también su liberación, y esto lo podemos ver en aquella escena final, en el avión, cuando pasa la página del cuaderno a una hoja en blanco y sonríe porque ahora es que empezará a vivir su propia vida, un nuevo comienzo, haciendo eso que siempre quiso hacer con su propio nombre: ser escritora.
«The Wife», cuyo libro se publicó en 2003, tomó casi 15 años para su adaptación al cine, porque «los ejecutivos se negaban a hacer una película que se llamara «The Wife» (La Esposa)«, cuyo guion sugería un repudio a los hombres, comentó la guionista Jane Anderson («Olive Kitteridge») en una entrevista con Entertainment Weekly. La actitud de los altos ejecutivos de la industria cinematográfica no es de sorprenderse, no hay duda de que la historia despierta inquietudes en la mujer actual a quien no se le brinda oportunidades en posiciones de liderazgo (directoras, guionistas, productoras) ni en el cine ni en ninguna otra industria. Aquellos se vieron amenazados por una historia que sugería un levantamiento de la mujer en la industria, que se ha visto siempre disminuida y opacada, a menudo, por hombres sin talento. Finalmente, logró realizarse con el apoyo monetario, en su mayoría, proveniente de Europa, y está dentro de las primeras películas en recibir el sello ReFrame para películas que integran una mayor participación femenina en sus producciones. En este caso, «The Wife» tuvo no solo a una mujer guionista y a otra protagonista, sino también a una mujer editora, varias productoras y una compositora musical.
En cuanto a Glenn Close, debo decir que está dentro de mis favoritas para ganar el Oscar a Mejor Actriz, lejos de competir con Lady Gaga en «A Star Is Born», quien para mí no tiene madera para estar en esa categoría aún, si bien no lo hizo mal. En cambio Close, con esa sola escena en la cena ceremonial del Nobel, cuando está sentada escuchando a su marido dar un discurso en el que le agradece exclusivamente a ella, a pesar de que le pidió que no lo hiciera, nos transmite su frustración cuando vemos cómo su rostro se va transformando y, sin decir palabra, sin reaccionar físicamente, se nota su explosión interna, su arrepentimiento y sus ganas de salir huyendo de aquella sala, como efectivamente hace segundos después. Esa escena le dio el Golden Globe y le puede dar finalmente el Oscar que tal vez le fue arrebatado en 1988 cuando ganó Cher por «Moonstruck», a pesar de su aterradora interpretación en «Fatal Attraction». No puedo dejar de mencionar, igualmente, el gran trabajo del actor Jonathan Pryce («Game Of Thrones») como el esposo Joe Castleman, quien definitivamente también merece una nominación como Mejor Actor, porque logra trasmitirnos ese pensamiento machista y absurdo con el que muchos hombres vivimos como parte de una normalidad social injusta con el sexo opuesto. No dejen de ver esta excepcional obra, dirigida por el director sueco Björn Runge.
Trailer: