Escrito Por: Enrique Kirchman
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El aclamado director Tim Burton tiene una estética muy identificable en gran parte de su filmografía. Incluso, las películas que parecen alejarse de su estilo cinematográfico —como «Big Eyes» (2014)—, tienen uno o dos elementos muy característicos que nos permiten decir con propiedad «esto tiene el sello Burton». Tal vez, el más perceptible es esa estética tomada del expresionismo alemán de principios del siglo XX, de películas como «El Gabinete del Doctor Caligari» (1920) y «Nosferatu» (1922), de donde Burton adopta los claroscuros en la fotografía, el protagonismo de las sombras y del color negro muy marcado, los decorados retorcidos y esos personajes monstruosos o siniestros que, villanos o no, siempre forman parte de sus historias. Esto se hace evidente desde sus inicios cinematográficos con «Beetlejuice» (1988), «Batman» (1989), «Edward Scissorshands» (1990) y «Batman Returns» (1992), hasta sus posteriores filmes como «Sleepy Hollow» (1999), «Big Fish» (2003) «Corpse Bride» (2005), «Sweeney Todd: The Demon Barber Of Fleet Street» (2007), «Dark Shadows» (2012) y «Miss Peregrine’s Home For Peculiar Children» (2016).
¿Qué sucedió con «Dumbo»? En este remake con actores reales de la popular película animada de 1941, hay una especie de batalla estética entre lo naïve de Disney con lo oscuro de Burton, haciendo que el relato quede visualmente a medias. La versión Burton de «Dumbo» parece una híbrido de «Big Fish» y «Batman Returns» con la mirada infantil de Disney, que diluye la maestría del director. Hay una intención de lograr esos claroscuros y juegos de sombra de la vanguardia expresionista, pero los personajes involucrados carecen del misterio y mística que usualmente caracteriza a los de sus otras películas, que hace que parezca que no encajan en ese universo diegético.
Lo más cercano a su estilo, a parte del uso de los colores primarios vivos pero con un estilo vintage, fue el juego de sombras con animales monstruosos en la escena de la Isla de las Pesadillas, que nos recuerdan a las escenas de «Nosferatu», en la que la sombra del conde Orlok cobraba protagonismo al aparecer proyectada en la pared. Por lo demás, los personajes fueron muy atontados —casi como los de «Dark Shadows», que dejó mucho que desear narrativamente—, desaprovechando grandes talentos como los de sus actores fetiches Michael Keaton («Batman»), Danny DeVito («Batman Returns») y Eva Green («Miss Peregrine’s Home For Peculiar Children»), cuyas interpretaciones fueron bastante mediocres. Pero, de todos, tal vez, el peor fue Colin Farrell («In Bruges»), un actor al que personalmente admiro, pero esta vez hizo un papel soso y evidentemente mal actuado, a quien no se le notaba química ni con los niños ni con su jefe del circo Max Medici (DeVito) ni con su posterior interés romántico Colette (Green). Hasta la breve aparición de un genio actoral como el galardonado Alan Arkin («Little Miss Sunshine») dejó muchísimo que desear, con líneas de diálogos poco audaces y un personaje para nada interesante. A propósito de los diálogos, creo que ese fue uno de los grandes defectos del guion, ya que parece que por ser una historia infantil, recurren a conversaciones básicas, sin mucha profundidad y comentarios supuestamente jocosos que ni a un niño producen risa.
«Dumbo», efectivamente, logra generar algo de ternura y nostalgia en el espectador que creció conociendo a tan popular dibujo animado, hasta tiene sus momentos que casi logran sacarnos una lágrima, pero el relato no está bien logrado desde lo estético y lo narrativo. Lo que sí tiene a su favor son algunos de sus efectos en escena, especialmente al final, con la destrucción del circo de Vandevere (Keaton), que inevitablemente me recordó a la escena final de «Batman Returns», cuando Batman destruye la cloaca en la que vivía el Pingüino. Otro elemento supremamente excelente, y que también caracteriza las películas de Burton, fue su banda sonora muy acorde con esas recreaciones de mundos extraños, que nuevamente estuvo a cargo de su también compositor fetiche Danny Elfman.
Este viene siendo el primer remake de Disney con personajes reales que se estrena este año, ya que en 2017 ya se hizo lo mismo con «Beauty And The Beast»; y este año aún falta «Aladdin» (estreno: 24 de mayo de 2019) y «The Lion King» (estreno: 19 de julio de 2019)… pero, si así fue «Dumbo», la presión es ahora mayor en estos dos estrenos que faltan, porque si no mejoran, podrían resultar en un gran fracaso para este gigante de la industria.
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