Escrito Por: Enrique Kirchman
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En abril de 1989, los espectadores se vieron aterrorizados por primera vez con la versión cinematográfica de la novela de 1983 de Stephen King, «Pet Sematary», que él mismo adaptó al cine. ¡Era una novedad! Una historia original que genuinamente nos dejó impresionados. Exactamente 30 años después, en abril de este año, bajo la dirección de Kevin Kölsch y Dennis Widmyer, se estrenó el remake, guionado por Jeff Buhler, con una historia reescrita por Matt Greenberg y, a pesar de que sufrió cambios narrativos importantes respecto a la versión anterior, esta nueva película protagonizada por Jason Clarke no se adapta a las nuevas generaciones que están descubriendo este clásico del terror.
Si mal no recuerdo, la película de 1989 trabajó el terror y el suspenso de tal forma que influía en el espectador, no solo en la táctica de mezclar imágenes impresionantes con efectos de sonido ruidosos que causen el resalto en el asiento, sino también con un trabajo excepcional en la ambientación y lo siniestro de los personajes. Eran los años 80, época en la que este tipo de cine impactaba. Sin embargo, en la recién estrenada película, recurren al constante uso del sonido repentino (especialmente de los camiones que se aparecen de la nada) y se pierde lo macabro de la historia en sí. Se pierde a tal punto, que bordea en lo ridículo y casi jocoso. Por ejemplo, el ojo caído de la pequeña Ellie, luego de ser arrollada por el camión, en lugar de producir impresión, lo que produce es risa. Da la impresión de que los códigos estilísticos estaban orientados a relajar al espectador con algo gracioso en lugar de aumentar su miedo por lo que va a suceder después. No conforme con eso, nos muestran después aquella escena de Ellie bailando ballet torpemente; una escena que pretendía causar nostalgia al padre que la descubre en la sala, pero al espectador le provoca carcajadas al verla trastabillar con cada paso de baile.
La trama es aburrida. No hay suspenso. Los puntos de inflexión son fuertes y luego caen inútilmente en escenas aletargadas que le restan fuerza a los momentos de mayor impacto. En otras palabras, los picos de emoción en el espectador están muy espaciados uno del otro, y esto hace que se pierda el interés.
A mi parecer, el mayor error en la reescritura de esta historia fue intercambiar la muerte del pequeño Gage por la de Ellie. Si hay algo que hace memorable a «Pet Sematary» es precisamente la muerte del niño atropellado por el camión. Esa reinterpretación de la pérdida de la inocencia que revive en un ser diabólico —que el actor Miko Hughes interpretó a la perfección en 1989— causa una reacción mucho más fuerte en el espectador. En esta nueva versión juguetean con la idea de que el niño morirá atropellado por el camión, pero es salvado por el padre, quien no puede evitar la muerte de Ellie, que buscaba al gato Church en el medio de la calle. Aunque siempre es impresionante ver fallecer a un niño de cualquier edad, nada es tan impresionante como ver a un niño de tres años volver de la muerte como lo hizo Gage en 1989. Haber reemplazado su muerte le restó puntos a la trama.
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El otro gran error fue la reescritura de la resolución de la historia. En la película original, en el segundo punto de giro y clímax de la historia, Louis (el papá) es quien entierra a su esposa Rachel en el cementerio de mascotas, luego de que su hijo Gage la mata con un bisturí. De hecho, Louis mata a su hijo y al gato Church, inyectándole morfina, al percatarse de su maldad. Después, la esposa vuelve de la muerte y se topa con Louis en la cocina, y durante un apasionado (y asqueroso) beso, ella toma un cuchillo sin que él se dé cuenta y la pantalla se va a negro con un grito de Louis, entendiéndose que ella le ha clavado el cuchillo. Hay algo de ironía y originalidad en ese final. Es el cierre perfecto. Sin embargo, en la nueva versión, Ellie es quien entierra a su madre en el cementerio de mascotas luego de apuñalearla, con el fin de crear otra familia después de la muerte, y entre ambas asesinan a Louis y también lo entierran para revivirlo. En la última toma, padre, madre e hija caminan hasta el auto donde está el pequeño Gage a salvo y la película termina con la misma ironía, solo que esta vez se entiende que matarán al indefenso Gage. Todos «sobreviven», incluso el gato, y forman lo que solo se podría interpretar con jocosidad como una nueva familia Addams. ¡Pésimo final!
Escena Final De «Pet Sematary» (1989)
La historia de «Pet Sematary», más allá del terror evidente, hace alusión a la forma en que el ser humano tiende a aferrarse a las personas luego de su muerte, hasta el punto de que les cuesta dejarlas ir. Muchos no superan la muerte de un ser querido hasta muchos años después. Si existiera un cementerio de mascotas, sin duda estaríamos rodeados de zombies, porque difícilmente vemos la muerte como una conclusión natural de la existencia humana, y creo que eso es lo principal que aborda King en su novela. Al cambiar el final de la historia, haciendo que sea Ellie la que entierre a la madre y luego al padre y luego, entre los tres, a Gage; esta interpretación de la incapacidad de Louis de lidiar con la muerte pierde sentido. En la original, Louis, a pesar de lo que sucedió con el gato y con su hijo, insiste en enterrar a la esposa cuando muere, porque se niega a haberlo perdido todo, excepto a su hija que se había quedado en Chicago. En esta versión, los muertos vivientes son los que matan y entierran, por lo que se pierde, incluso, el objetivo del personaje de querer mantener a su familia unida a toda costa.
Definitivamente, esta versión no logra cautivar. Hasta la ambientación caen en un ridículo con imágenes del cementerio muy fantasiosas, con exceso de neblina, como si fuera a aparecer Harry Potter luchando contra Voldemort. «Pet Sematary» pasará al olvido, solo recordada como otro remake que no tenía que haberse hecho.
Trailer:
Totalmente de acuerdo con la critica, una pelicula insalvable por donde se la mire, y sobre todo, innecesaria remake. Una pelicula mediocre mas de terror.
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