{Crítica} «Joker»: Una Radiografía De Todo Lo Que Está Mal Con Nuestra Sociedad


Escrito Por: Enrique Kirchman

***Advertencia: Datos Importantes De La Película Son Revelados***

Sin mucho preámbulo, ¡«Joker» es, sin lugar a dudas, una obra maestra! Y no me refiero exclusivamente a la actuación protagónica —de la que hablaré más adelante en detalle—, sino también a su historia, la estructura narrativa, la focalización y el relato en general, con una dirección de fotografía muy bien lograda en cuanto a composición y colorimetría, un trabajo de edición (de imagen y sonido) excepcional y una puesta en escena memorable.

«Joker» es un híbrido entre un drama y lo que Robert McKee define en su libro «El Guion» como una «trama punitiva», que se refiere a aquel género cinematográfico cuya historia aborda la vida de un personaje que pasa de ser bueno a malo y recibe un castigo por ello. Sin embargo, en el caso del personaje Arthur Fleck alias Joker, no estamos seguros de que el castigo aplicado haya tenido el efecto esperado. Más bien, se enaltece su villanía y desquicio mental y, curiosamente, pasa a ser una especie de antihéroe frente a una sociedad perversa, volátil, producto de la opresión causada por unos pocos con dinero y poder.

Lo curioso de los villanos de Ciudad Gótica es que no actúan solos, sino que, por lo general, cuentan con la aprobación y el apoyo de las masas que, a sabiendas o no de sus planes maquiavélicos, encuentran en aquellos seres anárquicos una solución a sus problemas. En «Batman Returns», las masas apoyaban a un grotesco y apático Oswald ‘El Pingüino’ Cobblepot como el futuro alcalde de la ciudad; en «The Dark Knight Rises», Bane continúa el legado anárquico que inició con el Joker en «The Dark Knight», implantando sus propias normas en la ciudad con el apoyo de una especie de ejército de civiles. Mientras tanto, en la presente historia de «Joker», Arthur Fleck se convierte en un ídolo de las masas al asesinar a tres imbéciles y adinerados abusadores. ¿Son ellos villanos o simplemente las voces de un pueblo cansado de las injusticias?

Es aquí cuando notamos lo importante y maravilloso que es el trabajo del guionista. En todas las demás historias de Ciudad Gótica —incluso en sus versiones televisivas, como «Gotham»—, el relato se cuenta desde la perspectiva del héroe, por lo que difícilmente empatizamos con los villanos. Hasta en «The Dark Knight», en la que el Joker de Heath Ledger nos dejó cautivados, no aprobamos en ningún momento sus acciones violentas, más bien nos desconcertaron. Por el contrario, el relato de «Joker» cuenta con una focalización interna fija, ubicada exclusiva y únicamente sobre Arthur Fleck, por lo que el espectador sigue la historia a través de sus ojos y de sus descubrimientos. Y cuando un guionista es capaz de lograr un guion sin alternar el punto de vista, estamos hablando de un excelente guion. Gracias a esta forma de estructurar la narrativa, podemos profundizar en las motivaciones del protagonista, nos compenetramos con él, surge la empatía y aprobamos sus acciones. Por ejemplo, en aquella escena en que Arthur le dispara a los tres ejecutivos de Wayne Enterprises que lo estaban golpeando en el vagón del tren, se escucharon dos o tres aplausos de parte de personas en la sala de cine, que respaldaron con emoción la respuesta mortalmente violenta de Arthur frente a sus agresores, apadrinando el hecho de que asesinara a tiros a tres tipos en el tren. ¿Es esa una respuesta «normal» de parte del espectador?

Los que sintieron emoción por aquella escena tal vez se identificaron con el personaje y sintieron el mismo hastío de Arthur hacia una sociedad llena de abusadores que pisotean al más débil y desamparado sin razón o para obtener un beneficio personal. A otros, quizás, les resulta desconcertante que el público celebre el asesinato de tres hombres, porque quien dispara no es Batman. El simple hecho de ver esta historia contada desde la perspectiva del Joker, nos hace cuestionarnos ¿quién es realmente el villano? En esta historia, el padre de Bruce Wayne —Thomas Wayne— parece ser bastante patán y representa a ese círculo cerrado de la clase adinerada a la que le importa muy poco el bienestar de quienes no pertenezcan a su élite. Entonces, empezamos a ponernos de parte de Arthur y a validar sus motivaciones para convertirse en el Joker.

Se acerca una tormenta, Sr. Wayne. Es mejor que usted y sus amigos bajen sus escotillas, porque cuando los azote, todos se van a preguntar cómo pudieron pensar que podían vivir a lo grande y dejar tan poco para el resto de nosotros«.

Esta fue la advertencia que le hizo Selina Kyle a Bruce Wayne antes de que Bane se tomara la ciudad en la diégesis de «The Dark Knight Rises», por lo que esta opresión de la clase adinerada sobre la masa popular parece ser recurrente en el universo de Ciudad Gótica en todas sus películas, haciendo referencia a la injusticia social y la inevitable sublevación de los sectores más humildes. Este conflicto tan real y contemporáneo no solo aplica en la urbe estadounidense (o neoyorquina, a la que analógicamente hace referencia Ciudad Gótica), sino a nivel global… En Panamá lo estamos viviendo actualmente con los repetitivos actos descarados de corrupción de nuestros dirigentes políticos. En «Joker», ese tema vuelve a la palestra. Cómo las clases adineradas se burlan de la sociedad y abusan de ella de tal forma, física y psicológicamente, que conducen a sus ciudadanos, sin más remedio que a la violencia. Arthur es una víctima. Víctima del pilar principal de una sociedad, la familia, al tener un padre abusivo y una madre negligente que no lo protegió de los golpes y las violaciones de su padre. Luego pasa a ser víctima del sistema, de sus compañeros de trabajo, de su jefe, del ciudadano común, incluso del Estado que lo desampara al cortar el presupuesto que le permitía seguir atendiendo sus problemas mentales con una visitadora social. En otras palabras, Arthur puedo ser yo o puede ser usted con algunas alteraciones en los detalles, personas que de alguna forma somos víctimas de una sociedad en decadencia, enferma y malévola.

Es hasta irónico que en la escena en que están protestando afuera de un teatro donde se encuentran miembros ilustres de la sociedad, estén proyectando «Modern Times» (1936) de Charles Chaplin, una película que precisamente hizo en su momento una crítica a la diferencia de clases, al capitalismo, el fordismo, el nivel de estrés que el trabajo industrial representaba para las masas y la injusticia social en general. Si hacemos la analogía, en esa época, Chaplin criticaba esa brecha socioeconómica abismal que existía, sobre todo, en Estados Unidos, que vivía los azotes de la Gran Depresión económica, y lo hacía generando carcajadas en los espectadores, algunos que captaban el mensaje, otros que solo se limitaban a ver lo gracioso de los recurso del slapstick y los gags. En «Joker» pasa algo similar, solo que a través de un drama con trama punitiva, que aborda no solo las injusticias sociales, sino el desamparo de una persona abusada y con discapacidad mental e, irónicamente, nos reímos en varias escenas, cuando lo que estamos viendo no es comedia.

Tomemos, por ejemplo, la escena en que los excompañeros de trabajo Randall (el gordo) y Gary (el enano) llegan a visitar a Arthur a su apartamento, luego de enterarse de que su madre había muerto. Randall fue quien directamente incitó a Arthur a defenderse de acosadores regalándole un arma pero, luego del triple asesinato en el tren, para librarse de culpabilidad frente a los detectives que investigaban el caso, hizo ver que Arthur estaba interesado en comprar un revolver, cuando no era así. Arthur estaba enojado, así que al darse cuenta de las dobles intenciones de Randall, lo apuñala varias veces frente a Gary. En esta escena, el espectador, en lugar de sentirse impactado por el repentino y sangriento ataque, se concentra en la reacción del enano Gary, a quien Arthur le perdona la vida por ser el único que nunca lo trató mal, pero Gary no puede escapar porque no alcanza a quitar el picaporte de la puerta, por lo que deben esperar a que «su posible victimario» lo deje salir, lo cual este hace, manteniéndonos en suspenso durante todo este tiempo hasta que le da un beso y Gary corre por su vida. Resulta un poco retorcido que entre todo lo enfermo y cruel de la historia, nosotros podamos reírnos en lugar de sentir consternación.

¡Ojo! Hablo de nosotros, porque en algunos momentos yo también me reí, pero también experimenté una sensación extraña de incomodidad, como cuando uno siente vergüenza ajena. Me pasó con las risas repentinas e infundadas de Arthur —que en la realidad son síntomas de demencia en estado temprano—, desde la escena inicial hasta cuando se reía en los baches silenciosos del comediante en el escenario, cuando producto de sus risas fue que los tres hombres lo atacaron en el tren o cuando se estrelló con la puerta del hospital, luego de ser interrogado por los detectives, en una escena genial e inesperada. Sí, nos reímos, pero ¿nos estamos riendo porque es gracioso o porque nos empezamos a incomodar con la situación que vemos en pantalla?

Lo cierto es que está comprobado que el ser humano parece responder con cierto entusiasmo a la violencia. La prueba más evidente es la aceptación de las películas de acción y el terror tipo gore y slasher. Es un morbo y esa es la interpretación que extraigo del final, cuando Arthur se monta en el capó de un auto, ensangrentado, en medio del caos de la ciudad y dibuja una sonrisa en su rostro usando su propia sangre, venerado por el pueblo que protestaba en las calles. Esa sonrisa dibujada con sangre es una simbología de cuánto nos divierte la violencia. La practicamos, y el que dice no practicarla, la busca en la portada de los diarios amarillistas con imágenes de personas apuñaladas o en las películas de acción o en los noticieros y su misión de llenarnos de terror con coberturas de muertes y crímenes.

A propósito de la TV, la caja tonta también es aludida en «Joker» a través del personaje Murray Franklin (interpretado con estilo por Robert De Niro), como una de las responsables de la enfermedad que aqueja a la sociedad. Franklin es un anfitrión de uno de esos típicos late night shows que me recuerda, principalmente, al estilo del legendario Johnny Carson en «The Tonight Show». Franklin es provocador, se vale de los infortunios de los demás para ganar audiencia. Su programa es como muchos de los que vemos ahora en nuestras pantallas, de esos que hacen de cualquiera una celebridad, sin arte ni talento, solo por rating. Pero se da una especie de autoreferencia, cuando vemos que la TV genera y vende violencia, en aquella escena impactante en la que Arthur le dispara a Murray en televisión en vivo.

«Joker» no es una película más de DC Comics, con uno de esos conflictos externos claros de bien versus mal, y eso es lo que la convierte en una obra maestra del cine contemporáneo. No explora la acción ni la aventura ni lo fantasioso del cómic, sino una cruda realidad con la que es fácil relacionarse y empatizar, y Joaquín Phoenix lo logra con una maestría actoral que no se puede comparar con ninguno de los pasados intérpretes del villano. Y sí, me voy a meter en un territorio dinamitado, porque habrán quienes sigan defendiendo a Heath Ledger como el mejor Joker y villano del cine, pero yo creo que Phoenix se lleva el honor de haberlo superado, no porque sea mejor actor de lo que fue Ledger (cuyo trabajo admiré), sino porque está en otro contexto de la historia que lo eleva y lo separa del resto.

A mí me gustan los Joker de Jack Nicholson en «Batman» (1989) de Tim Burton, de Ledger en «The Dark Knight» de Christopher Nolan y ahora el de Phoenix en «Joker» de Todd Phillips (sí, increíblemente el director de «Hangover»), porque cada uno habla de una época en la que el espectador representaba a una sociedad distinta. El personaje ha ido evolucionando. El Joker de Nicholson era un mafioso vengativo. El Joker de Ledger era un desquiciado, anarquista, hambriento de poder. El Joker de Phoenix es el de un enfermo mental, abusado física y mentalmente, que simplemente llegó a su punto de ebullición, de donde no hay retorno, para poder sobrevivir en una sociedad que lo maltrata una y otra vez. Phoenix nos logra transmitir eso con su mirada, su risa insistente y punzante, su apariencia hasta cierto punto grotesca, sus amaneramientos. Incluso, en él se ven los Jokers de Nicholson y Ledger: en aquella escena en que baila en la escalera, cuando va camino a aparecer en el show de Murray Franklin. Ahí vemos un híbrido de los pasados Joker —exceptuando el de Jared Leto—, con la picardía de Nicholson y la demencia de Ledger, pero con motivaciones genuinas de esta nueva historia.

No me queda la menor duda de que Joaquín Phoenix se acaba de convertir en uno de los favoritos y el ganador indiscutible del próximo Oscar a Mejor Actor, y la película tiene todas las de ser nominada en categorías como Mejor Guion Original, Mejor Fotografía, Mejor Edición, Mejor Director y Mejor Película, donde además lleva ventaja para salir victoriosa. Lo mejor que he visto en 2019.

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7 comentarios en “{Crítica} «Joker»: Una Radiografía De Todo Lo Que Está Mal Con Nuestra Sociedad

  1. Es una Excelente película. Sin embargo no considero que sea la mejor del año. Es una película que en gran parte de su fuerza es la extraordinaria interpretación de Phonix. Si es una película abiertamente social y en eso sabe ser impecable. Una de las candidatas a mejor película del año. NO se si la mejor.

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  2. Me encanta la forma en la que narras tus críticas. Haces que me traslade nuevamente a la escena y me vas llevando a mirarla desde otros ángulos que con mi poca experiencia en cine no puedo ver a la primera. Me encanta que te dedicas, además de hacer la critica, a educar a tú público, enseñándonos términos, tipos de cine, tipos de guión, tiempos, fotografía, en fín….. la pasión con la que escribes no la tiene cualquiera. Sigue enseñándonos cine a través de tus críticas! Te admiro mucho!

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  3. Considero que esta es la mejor o una de las mejores películas de este año. Desde la fotografía hasta el guion fueron extraordinarios y me agarraron fuera de base ya que iba con expectativas relativamente bajas, pues no soy fan de las películas de superheroes.

    Aunque considero que es de esas películas «perfectas», creo que tiene una «falla», carece de profundidad. Con esto me refiero a que todo lo que te quiere decir, te lo dice directamente (salud mental, lucha de clases sociales, anarquía, etc…) y no te deja nada para analizar o explicar. Para mi gusto, es demasiado explicita con su temática, pero sin duda la veré una y otra vez en el futuro.

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