{Crítica} «The Little Things»: Le Faltó Impulso Narrativo


Escrito Por: Enrique Kirchman

***Advertencia: Datos Importantes de la Película son Revelados***

Un thriller detectivesco respaldado por las actuaciones de Denzel Washington, Rami Malek y Jared Leto —como el antagonista— parecía ser un evidente sinónimo de éxito. Cuando me vi el trailer de «The Little Things», pensé que podría tratarse de otra extraordinaria trama al estilo «Se7en», con sendos giros repentinos en la trama y un morboso suspenso. Sin embargo, el filme escrito y dirigido por John Lee Hancock («The Blind Side») inició con una secuencia prometedora, pero luego fue perdiendo fuerza dramática hasta desvanecerse en un epílogo narrativamente insatisfactorio.

«The Little Things» trata del comisario Joe Deacon (Washington), exdetective, que viaja a la ciudad de Los Ángeles para buscar las evidencias de un caso, pero termina por involucrarse en la investigación de un asesino en serie de mujeres, que le recuerdan al caso por el cual fue destituido años atrás. Deacon se une al detective Jim Baxter (Malek), quien lo convoca para que le ayude a atrapar al culpable.

La historia comienza con una chica conduciendo en un carretera solitaria, en el medio de la nada, que pronto se ve intimidada por un auto a toda velocidad que la persigue hasta una estación de gasolina vacía donde la ella intenta refugiarse sin éxito. El hombre, irreconocible, tenía todas las intenciones de asesinarla hasta que un camionero se acerca y la chica le pide ayuda lanzándose al medio de la calle para que este se detenga. Esos primeros minutos nos mantuvieron con los ojos entreabiertos del miedo y el corazón acelerado al hacernos sentir la misma vulnerabilidad de la chica, con lo que pensamos: «esta película pinta bien«. Desafortunadamente, ese fue el punto, emocionalmente hablando, más alto de toda la película; justo el inicio. A partir de ahí, la película fue decreciendo y desacelerando, con impulsos narrativos cada vez más débiles, tal vez, porque el primer acto se extendió casi que durante una hora de película, con lo cual uno tiene la sensación que no pasa nada, ya que el protagonista parece no estar yendo a ninguna parte. Y, lo más crítico, no hay una fuerza antagónica realmente fuerte que se le oponga.

Hancock se concentra tanto en desarrollar los demonios internos del protagonista Joe Deacon, con ocasionales flashbacks y explorando su relación con sus excolegas y el detective Baxter, que se olvida de darle acciones para que alcance su objetivo primordial: ¡atrapar al asesino! Los flashbacks y las conversaciones acerca del pasado de Deacon lo que hacen es pausar más la trama y nos mantienen de esa manera hasta la mitad de la película, cuando por fin entra la «supuesta» figura antagónica encarnada en Albert Sparma (Leto), un hombre raro y de dudosa apariencia, apasionado de los casos criminales, que en una ocasión se acusó falsamente de ser un asesino. Deacon y Baxter debían probar que en realidad sí lo era.

Luego de una hora de no pasar nada, Sparma parece ser el oponente perfecto para reavivar la historia, pero solo agregó algunas escenas adicionales de suspenso, en las que Leto tiene oportunidad de demostrar su calidad actoral al personificar a la perfección a un hombre que te hace sentir incómodo solo con su presencia, aspecto y forma tan pausada de hablar. La verdad es que Leto es quien le agrega intriga e interés a la trama, porque a pesar de que Washington y Malek realizan un buen trabajo actoral, sus personajes no llegan a ser tan atractivos ni a tener esa química en pantalla.

Luego tenemos el problema de la coincidencia que le resta verosimilitud a la historia en sí. Deacon es enviado a Los Ángeles para recopilar cierta evidencia de un caso. En su visita a la estación de Los Ángeles se topa con Baxter que da una conferencia de prensa acerca de un caso mediático de un asesino en serie. Baxter queda flechado con Deacon y lo encara hasta proponerle que le acompañe a una escena del crimen que termina siendo la de un asesinato con un modus operandi similar al que Deacon investigó años atrás, causándole un nivel de obsesión que lo llevó a su destitución y divorcio. ¿Qué probabilidades habían para que todo se alineara de esta manera y llevaran a Deacon a involucrarse justo con el mismo caso de hace varios años? ¿Momento y lugar indicado? ¡Lo dudo! De esta manera introducen unas cuantas coincidencias más adelante que funcionan como un remache forzado para empatar la trama.

No conforme con la coincidencia forzada, también hay un problema de agujeros en la historia. Nos muestran a un Baxter como el mejor detective de Los Ángeles. Sin embargo, cerca del final de la película, Baxter comete una serie de errores que ni el policía más rookie cometería. Primero, se monta en el auto con Sparma para que este lo lleve a un lugar remoto donde supuestamente enterró a una de sus víctimas. Segundo, Sparma llega a un camino de tierra y le dice a Baxter que se baje él a abrir el candado de un verja que les bloquea el camino y Baxter se baja sin cautela de que el tipo le haga una jugarreta en su descuido. Llegado al punto donde está la supuesta víctima enterrada, Sparma le entrega la pala para que Baxter cave y este lo hace, incluso dándole la espalda sin proteger su arma de que Sparma se la pueda arrebatar. En otras palabras, nos pintan a un Baxter astuto e inteligente al inicio, pero al final lo presentan como alguien descuidado, inexperto e impulsivo. ¡No cuadra!

Y, finalmente, la banda sonora musical. Se caracteriza por estar compuesta de canciones de los años 1960, tales como «At Last» de Etta James, «I Will Follow Him» de Peggy March y «My Guy» de Mary Wells, entre otras, justificadas por el gusto personal de Deacon, quien le dice a Baxter que le gustan esas canciones porque le «recuerdan cuando tenía 16 años en la parte trasera de mi auto con Marsha McConnell«. Lo cierto es que las canciones empiezan teniendo una función diegética al escucharse en la radio del auto de Deacon, para luego pasar a ser extradiegéticas y acentuar lo que sucede en la escena. Por ejemplo, cuando Deacon está en su auto esperando a que Sparma salga de un club de nudismo y este sale para montarse en su auto, empieza a sonar la canción «My Guy» (Mi chico), haciendo alusión a que apareció el chico de interés del protagonista. Más tarde, intentan repetir la misma intencionalidad con la canción  «I Will Follow Him» (Yo lo seguiré) en la escena en que, literalmente, Deacon está siguiendo en su auto a Sparma. Esa elección de la música para jugar con el relato, me pareció demasiado literal, floja y poco convincente.

«The Little Things» te mantiene al tanto, tal vez, porque le damos crédito a que puede ser una buena historia y esperamos a que mejore porque las actuaciones son buenas, pero luego nos damos cuenta que no va a mejorar dramáticamente. Y esto concluye con un final abierto, en el que nuestro protagonista no parece lograr su objetivo y nos presentan una especie de giro repentino al final, pero que no nos conduce más que a dudas que nos dejan esa sensación de insatisfacción de la que hablaba al inicio. Como espectadores, ni siquiera recibimos esa gratificación final por habernos hecho ver toda esas dos horas de letargo narrativo.

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