***Alerta: Datos importantes de la película son revelados***

El director de origen alemán Roland Emmerich, quien en otras ocasiones ha destruido Estados Unidos en películas como «Independence Day» (1996), en la cual seres extraterrestres destruyen la Casa Blanca; «Godzilla» (1998), en la cual un dinosaurio destruye la ciudad de Nueva York; «The Day After Tomorrow» (2004) y «2012» (2009) en la cual la destrucción de todo el país (y el mundo) es ocasionada por desastres naturales; vuelve este año para atentar nuevamente contra la Casa Blanca en «White House Down», en la cual los responsables de la destrucción de la casa presidencial estadounidense son un grupo de terroristas nacionales resentidos con su país producto de las guerras.

La historia la lleva adelante el agente Cale, quien aspira a convertirse en un miembro del servicio secreto. En un día normal, lleva a su hija Emily, una fanática de la historia de la Casa Blanca, para tomar un tour por el histórico edificio. Mientras toman el tour, unos infiltrados que fingían estar reparando la sala de cine de la presidencia, empiezan a matar a los seguridad hasta tomarse la Casa Blanca y a los turistas como rehenes. El presidente de los Estados Unidos, James Sawyer, está escoltado por sus agentes personales y por el agente Walker, quien está a horas de jubilarse, y quien perdió a su único hijo en la guerra de oriente durante una operación comandada por el presidente Sawyer. No tardará el espectador en darse cuenta que Walker es el agente intelectual del secuestro de la Casa Blanca, pidiendo una exagerada suma de dinero para escapar. Dentro de su plan está conseguir los códigos para activar las armas nucleares del país, para así invadir las grandes potencias militares del mundo y empezar una Tercera Guerra Mundial. El agente Cale, luego de ser rechazado como miembro del servicio secreto, es el único infiltrado en la Casa Blanca que puede proteger al presidente, mientras trata de rescatar a su hija, quien es parte de los rehenes.

La película intenta hacer una crítica a la guerra sin sentido en oriente. Se nota una aproximación del director a representar el gobierno actual de los Estados Unidos. De salida, el presidente Sawyer (interpretado por Jamie Foxx) guarda bastante parecido con Barack Obama; no solo en el físico, sino también en su comportamiento y su personalidad: su amabilidad, humildad, carisma, etc. Por otro lado, en la diégesis, el presidente Sawyer es quien quiere retirar las tropas de oriente, dando un discurso en las primeras escenas, de lo innecesario e inútil de aquella guerra. Estos elementos de la historia hacen clara referencia a la actualidad de Estados Unidos y la oposición de muchos sectores con relación a la guerra, sin embargo, los eventos inverosímiles que arman la historia tiran abajo la crítica sociopolítica para dejarnos con otra mala película de acción.

Protagonizada por Channing Tatum («Magic Mike»), con las actuaciones adicionales de Jamie Foxx («Ray»), James Woods («Shark»), Maggie Gyllenhaal («The Dark Knight») y Richard Jenkins («Burn After Reading»); «White House Down» aparenta contar con un buen elenco de actores, pero que entre sí no guardaban química. Los personajes de Tatum y Foxx comparten gran parte de las escenas en un dúo de agente y presidente que luchan por acabar con los terroristas, pero los fallidos intentos de hacer que sus diálogos parecieran jocosos en una situación tan intensa, fue prueba de que la química entre ambos (buenos) actores no funcionó. Ya hemos visto películas de acción como «Die Hard» y «Lethal Weapon» en que sus protagonistas le añaden cierto cinismo a las escenas (Bruce Willis y Mel Gibson respectivamente), y parece ser que intentaron hacer de esta historia lo mismo, pero no dio resultado. Lo mismo quisieron hacer presentando villanos carismáticos y, a la vez, siniestros como el de Walker (Woods); quien hacía comentarios sarcásticos a sus cómplices, pero lo hacían ver poco creíble y ridículo. En una escena, Walker le ofrece al terrorista Stenz comer unos dulces mientras están en medio del secuestro, y Stenz responde «No puedo. Soy diabético«, en un intento chistoso de presentar cómo un extremo terrorista cuida su salud; tampoco causó gracia.

Con respecto a la historia, creo que desde lo que ocurrió en el World Trade Center, el 11 de septiembre de 2001, ahora todos los realizadores creen que pueden hacer películas de invasión a Estados Unidos y no preocuparse por ahondar en el «cómo» llegaron a invadir uno de los países más obsesionados con su seguridad nacional. Lo del 9/11 fue de película, estamos de acuerdo, pero después de ese acontecimiento es muy difícil que alguien pueda idear otro ataque similar al país, por lo que no se puede hacer una película contemporánea de una invasión y pensar que todo le va a salir tan fácil a los invasores.

 

Cuando hablo de una «historia inverosímil», me refiero dentro del universo diegético en que se desarrolla. Cuando vemos «The Dark Knight Rises», nadie está pensando que de verdad existe un multimillonario que se mandó a hacer un disfraz de sastre para defender las calles de una ciudad (Gótica) de villanos apingüinados o payasos; tampoco vimos «Man Of Steel» y nos creímos que un hombre en calzoncillo y capa roja anda volando por nuestros cielos; sin embargo, cuando vemos el groso de la película y entendemos ese universo en el cual se desarrolla la historia, podemos determinar si es creíble o no que algo así suceda en una ciudad Gótica o en una Metrópolis. Nos dan un paradigma que nos introduce en ese mundo que llegamos a aceptar y en el que llegamos a creer. Dicho esto, cuando vemos «White House Down», que de salida no trata de superhéroes ni supervillanos (por lo que hubiera sido tal vez más creíble), nos damos cuenta que es imposible que las cosas pasen de esa forma.

Primeramente, los terroristas eran individuos que estaban en la lista de los posibles enemigos del presidente, por lo que dijo la agente del servicio secreto Finnerty (Gyllenhaal) en una escena. Entonces, ¿cómo puede ser que hayan ingresado tan libremente a la Casa Blanca disfrazados de obreros y no ser identificados o tener un ‘back check’ de quiénes eran antes de contratarlos? Error número uno. Por otro lado, la forma en que se tomaron la Casa Blanca deja mucho que desear del entrenamiento del servicio secreto, la policía y la milicia. O sea, los terroristas, que eran un puñado, acabaron con todos dentro y con un par de militares que trataron de ingresar con helicópteros. Y resulta que al que le negaron la entrada al servicio secreto, o sea, al agente Cale (Tatum), era el más apto para acabar con todos los terroristas por su cuenta (con una ayuda mínima del presidente y de su hija). Error número dos.

No conforme con la disparatada forma de armar el conflicto, la historia tiene el peor de las resoluciones cinematográficas. Al final, un tipo como Walker, que perdió a su hijo en la guerra y tiene unos meses de vida debido a un cáncer (para hacer ver que no tiene nada que perder), ¿en realidad haría semejante caos para vengarse del Presidente de los Estados Unidos? A parte, le añaden la complicidad del portavoz de la presidencia (Jenkins) cuyo único objetivo era convertirse en presidente, apoyando la vendetta de Walker. Los descubren de la manera más estúpida, porque los códigos de las armas nucleares los recibe Walker de parte del portavoz (que para el final de la película había sido juramentado como presidente por creerse que Sawyer había muerto y porque el vicepresidente había explotado en el Air Force One) a través de un mensaje de ‘beeper‘ (¿en el siglo XXI?).

Como si el espectador ya no se hubiera dado cuenta, en los minutos finales, el personaje de Tatum se hace el héroe nuevamente diciendo que tiene un plan para desenmascarar al portavoz. Les hace creer a todos que el Presidente murió para ver la reacción del portavoz y así lo expone ante todos. Sin embargo, el portavoz lo amenaza delante de todos como si nadie lo fuera a apresar, y después, en un acto más heroico aparece Jamie Foxx como el Ave Phoenix, para hacer ver que no había muerto y aplicar la justicia a los traidores de la patria. Totalmente ridículo.

Definitivamente, «White House Down» es una película mal llevada, sin atractivo alguno, que no supo sacar provecho de los excelentes actores con los que contaba ni del aspecto sociopolítico que podía abordar a través de su historia.

Rating: 

 

Trailer: 

Escrito Por: Enrique Kirchman