Foto: Una selfie de Vivian Maier con su cámara Rolleiflex.
Vivian Dorothea Maier fue una niñera que trabajó para varias familias de la ciudad de Chicago por casi cuatro décadas. Nació el 1 de febrero de 1926 en Brooklyn, aunque pasó la mayor parte de su niñez en Francia, de donde era su madre Maria Jaussaud, mientras que su padre, Charles Maier, era austriaco. La historia de Vivian es impresionante, porque aunque parezca que la vida de una niñera no tiene grandes vuelcos, cuando se habla de Vivian no estamos hablando de cualquiera niñera ni de cualquiera mujer; estamos hablando de una verdadera artista de la fotografía que adquirió fama post mortem.
Foto: El director John Maloof.
En 2007, el agente de bienes y raíces John Maloof, también presidente del Jefferson Park Historical Society de Chicago, estaba en desarrollo de un libro de historia acerca del barrio Portage Park, y requería adquirir una serie de fotografías para el trabajo. Así fue como John llegó a una subasta —a las que solía ir desde pequeño con su hermano y su padre— y compró, por $380 dólares, 30 mil fotografías y negativos que la casa de subasta adquirió de un lugar de almacenamiento que se las vendió luego de que Vivian Maier no pudo seguir pagando la cuota por almacenamiento. Al principio, John no encontró valor en las fotografías, porque cuando trató de investigar acerca de Vivian, no encontró nada en internet, pero luego empezó a revisar las fotos y a revelar los demás negativos, y descubrió una joya de la fotografía. Vivian Maier tenía un ojo entrenado, capturando escenas, rostros, momentos en las calles, por lo general, en sus tiempos libres como niñera o mientras paseaba con los niños que tuviera a su cargo.
Foto: Una fotografía tomada por Vivian Maier. Aunque parecía que las personas posaban para ella, en realidad no lo hacían. Simplemente que como la cámara Rolleiflex que usaba Vivian tenía el visor arriba y no al frente, Vivian colocaba la cámara a la altura de su pecho y miraba hacia abajo en el viso y se acercaba a las personas, quienes pensaba que ella estaba viendo algo en la cámara y no que los estaba enfocando.
John Maloof se enteró que otras personas que habían asistido a la subasta, también habían comprado cajas de fotos de Vivian, por lo que él los contactó y les compró sus cajas también. John recolectó más de 100 mil fotografías, rollos sin revelar, cassettes de audio que Vivian grababa como una especie de diario, cintas de video que filmó durante sus recorridos, entre otras pertenencias que obtuvo más adelante. Su afán por descubrir quién era esta misteriosa mujer con tan buen ojo artístico, lo llevó a realizar el documental «Finding Vivian Maier» (2013) junto a Charlie Siskel.
Foto: Una fotografía de una pelea fuera de un bar tomada por Vivian Maier. La niñera solía llevar a los niños a sitios peligrosos para ella poder tomar sus fotos, hasta que los niños le contaron a sus padres y estos se lo prohibieron.
El documental inicia contando la forma en que John Maloof se topó con las fotografías y cómo fue llamando su atención hasta empeñarse con encontrar información acerca de Vivian. Poco a poco, John fue encontrando pequeños datos entre las fotografías que encontró: como recibos de compra, direcciones, nombres, etc, que lo llevaron a contactar con personas que habían conocido a la niñera. A través de entrevistas, con un toque de gracia y humor, que John pudo realizarle a algunos de los niños (ya adultos) que Vivian cuidó, a sus padres, a dueños de locales donde Vivian fue a revelar fotos, e incluso, a una de sus contadas amistades; se pudo ir armando un perfil de quién era en realidad esta mujer, que según los niños que cuidó, era muy reservada, misteriosa, estricta, y extraña.
Foto: Una fotografía tomada por Vivian Maier, quien entre otras cosas, le gustaba fotografiar niños, captando esa inocencia y alegría que los caracteriza.
A Vivian no le gustaba revelar su nombre. En el local de almacenamiento, dijo que su nombre era V. Smith. A otras personas les decía que era una espía. A pesar de que vivía en casa de otras familias, Vivian exigía que le pusieran una cerradura a su cuarto de la cual nadie más tuviera la llave para evitar que alguien entrara. Era muy celosa de su privacidad, tanto así, que ni su amiga más cercana sabía que Vivian tenía afición por la fotografía. Incluso cuando John Maloof quiso averiguar sobre sus familiares en los registros gubernamentales, el funcionario admitió que le costó mucho trabajo conseguir información sobre ella. Vivian. prácticamente, no tenía familiares en Estados Unidos, y de los pocos que tenía, ella no contactaba con ninguno, ni siquiera con su hermano. Era tan ambigua que todos los que la conocieron pensaron que era francesa, pero resulta que ella fingía su acento —o al menos eso piensa un experto en idiomas— y nadie supo hasta después de su muerte, que ella había nacido en Nueva York.
Foto: Otra selfie de Vivian Maier, con un doble encuadra que capta su sombra en la hierba y su imagen reflejada en la regadera de jardín.
«Finding Vivian Maier» tiene un excelente trabajo de investigación que se va percibiendo poco a poco, a medida que avanza la película. John Maloof y Charlie Siskel lograron hacer de una historia aparentemente plana, algo realmente interesante e inspirador. Cuando nos enteramos que Vivian eligió ser niñera para poder disponer de más tiempo para ella y, especialmente, para tener más tiempo de recorrer las calles y de tomar fotos y filmar, nos sentimos atraídos por su alto sentido de la libertad y su pasión por la vida, además, de su rechazo por lo material —a pesar de que irónicamente era acumuladora y recolectaba periódicos y cosas antiguas en su cuarto—, pero en sí, no le interesaba el dinero más que para sobrevivir. Era socialista.
Foto: Una fotografía tomada por Vivian Maier.
Sus fotos… Oh, sus fotos. Vivian Maier tenía un ojo entrenado y ella lo sabía. Podía captar con su cámara Rolleiflex los rostros más dramáticos, las situaciones más insólitas, los momentos más tiernos y los más trágicos, era una genia de las fotos callejeras. Lograba acercarse físicamente a las personas, invadiendo su espacio como una verdadera espía, haciendo lo que tal vez ella detestaba que le hicieran; pero le encantaba la idea de poder entrar a la vida de otros sin ser percibida. Incluso hasta se sacó algunas selfies.
Foto: Una fotografía tomada por Vivian Maier.
No contaré mayores detalles del documental, para que aquellos que no lo hayan visto tengan la oportunidad de sorprenderse al igual que yo, que puedan inspirarse, porque aunque de momentos tendrán sentimientos encontrados acerca de quién fue Vivian Maier, seguro concluirán de que fue una mujer que disfruto su misterio, su secreto y su privacidad. Recorrió el mundo y no necesitó compartir sus fotos en un Facebook o Instagram para sentirse complacida, porque su mayor placer fue haber podido estar en todos esos lugares y ver a toda esa gente, y capturar esos momentos. Tal vez acumuló tantos rollos, para que después de su muerte, alguien los encontrara y le hiciera honor.
Foto: Otra selfie de Vivian Maier.
Vivian Maier pasó sus últimos años de vida en un apartamento en Rogers Park, Chicaco, que le compró unos de los niños a los que ella había cuidado a finales de la década de 1950. En 2008 se resbaló en el hielo y se golpeó la cabeza y más nunca se recuperó, muriendo el 21 de abril de 2009, a la edad de 83 años, para la época en que John Maloof empezaba a publicar sus imágenes en internet. Nunca se llegó a enterar que alguien estaba haciendo un documental sobre su vida.
Foto: Vivian Maier con dos de las niñas que cuidó durante sus épocas de niñera.
«Finding Vivian Maier» ganó el Gran Premio del Jurado en el Miami Film Festival y el premio John Schlesinger en el Palm Spring International Film Festival. También, fue uno de los documentales proyectados en el Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF) 2014.
Trailer:
Escrito Por: Enrique Kirchman
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