Escrito por: Enrique Kirchman

***Advertencia: Datos importantes de la película son revelados***

Hace unos fines de semana atrás, estuve haciendo zapping entre las diferentes plataformas streaming —Netflix, Prime Video, Disney+ y HBO Max—, en busca de una BUENA película. Tengo un par de series pendientes por terminar, pero quería descansar de las series y ver algo que me diera la satisfacción de cierre narrativo en unas dos horas. Algo así como «una línea» (pero no de coca, porque la droga mata) que satisficiera mi adicción cinematográfica. Lastimosamente, en lo que a películas se refiere, Netflix  y Prime Video insisten en sacar más de lo mismo, mientras que Disney+ y HBO Max estrenan muy esporádicamente películas y, las que estrenan, por lo general ya las he visto en cines. Explorando HBO Max me topé con la gran obra maestra de Martin Scorsese, The Departed (en español, ‘Los Infiltrados’), que además está en el ranking de los mejores dramas criminales de la historia. Y sí, ya sé que Scorsese tiene en su filmografía otras grandes obras como Taxi Driver (1976), Raging Bull (1980) y Goodfellas (1990), por mencionar solo algunas pocas, pero The Departed es sin duda de mis favoritas de este director y del género policial.

La película ya la había visto en 2006 cuando estrenó y, desde hace algún tiempo, deseaba verla nuevamente para revivir aquellas magistrales actuaciones y ciertos momentos impactantes de la trama que había olvidado. Como nunca escribí la crítica, deseo dedicarle esta sección de Butaca: Flashback —en la cual hago un análisis de películas previas al presente año— e invitar a quien no la haya visto o a quien la vio hace años, que se dé la oportunidad de disfrutarla por HBO Max ahora. ¡Les aseguro que lo van a agradecer!

Ganadora de cuatro premios Oscar —Mejor Película, Mejor Director, Mejor Adaptación y Mejor Edición—, The Departed no solo tiene la mirada narrativamente violenta de Scorsese, sino que cuenta con uno de los mejores ensambles de actores que he visto y que han funcionado exitosamente en pantalla: Jack Nicholson, Leonardo DiCaprio, Matt Damon, Mark Wahlberg, Martin Sheen, Alec Baldwin y Vera Farmiga.

Nicholson es Nicholson casi que en todos sus roles, sin embargo, en este papel del inestable mafioso, narcotraficante y contrabandista Costello, su caracterización nos mantiene en todo momento al borde, preguntándonos si descubrirá o no al infiltrado en su red criminal. Es como ver la versión más siniestra y avejentada del Joker que interpretó para Tim Burton en Batman (1989). Su química con los más jóvenes talentos de DiCaprio y Damon fluye en un ritmo narrativo que nos mantiene tensos, extrayéndose entre los tres lo mejor de sus personajes e interpretaciones. DiCaprio nos transmite su estrés y nerviosismo, en una de sus mejores interpretaciones. Sorpresivamente, ese año no fue reconocido con una nominación al Oscar, pero ya sabemos todo el dilema que atravesó DiCaprio para finalmente ganar el máximo galardón hollywoodense en 2016 (por The Revenant). Por otro lado, la interpretación de Damon, aunque excelente, no es necesariamente lo mejor que ha hecho; sin embargo, su personaje nos enfada con esa actitud cobarde y traidora que lo caracteriza.

Pero el resto de los personajes secundarios, como los de Sheen, Baldwin y Wahlberg no pasan desapercibidos. Incluso con papeles pequeños y de pocas apariciones en pantalla, sus personajes están tan bien desarrollados que se volvieron memorables. De Baldwin me quedo con aquella escena cuando pierde los estribos por una fallida misión y arremete violentamente contra uno de los técnicos de su equipo por su incompetencia; y de Wahlberg, pues qué más que la escena final cuando aparece para darle la satisfacción al espectador de vengar las muertes de sus dos colegas de la policía. Sin dejar de lado que Baldwin y Wahlberg son los que de alguna forma le aportan algo de comicidad y relajación al espectador en medio del estrés del suspenso. Luego tenemos a Martin Sheen, que es quien nos cautiva con una de las escenas más emotivas e impresionantes de la trama.

Lo que más valoro de The Departed es el factor sorpresa. Estoy seguro de que hay tres o cuatro momentos que nadie se esperaba que sucedieran. ¡No es una historia predecible! Está muy bien construida con un primer y segundo acto que jugó con el suspenso y los momentos de tensión, construyendo a la perfección las subtramas que nos hacen empatizar aún más con los personajes. Esta empatía que se genera tiene una intención siniestra de parte del director, que la usa para impactarnos al final. El espectador, a pesar de que sabe más que los personajes, no está seguro de cómo todo vaya a terminar. O, más bien, cree que todo va a salir bien para nuestro protagonista. ¡Nada más lejos de la realidad! Lo impresionante es cuando nos acercamos al tercer acto. Todo sucede con una rapidez (asesinato, tras asesinato, tras asesinato) que no nos dan ni tiempo de procesarlo.

Como toda película con una estructura clásica hollywoodense, The Departed tiene su apropiado happy ending, pero este no deja de ser agridulce para el espectador. Billy (DiCaprio) cumple con su misión de encontrar al infiltrado en la policía, pero su arco de transformación se va al extremo de perder la vida. Algunos pensarían que Dignam (Wahlberg) es quien resuelve el conflicto, mas no olvidemos que el SUPEROBJETIVO de Billy era encontrar al infiltrado, por lo que antes de morir, él se asegura de pasarle esa información a Madolyn (Farmiga), quien se encarga de dársela a Dignam, quien nos da la satisfacción, como dije anteriormente, de cobrar venganza.

Cruda, violenta, emocionante, este filme tiene merecido su Oscar a mejor película y ha quedado en la historia del cine como un referente del género. Además, una de las pocas películas que ha sido calificada por Revista Pantallas con el puntaje máximo.

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